Revista Cocina

Las fotos de Túnez 1/2

Por Dolega @blogdedolega
Por Dolega 25 mayo, 2012 Con humor 16 comentarios

Sidi Bu Said - 07

Uno de los problemas más grandes que he tenido en mi vida, desde siempre, ha sido que me pasan unas cosas, que luego cuando las cuento nadie  las cree.

Así que terminas por contarlas solo en tu círculo más cercano, a gente que te conoce de hace años y que alguna que otra peripecia ha vivido contigo.

Una de ellas me viene pasando desde la semana pasada y es que tengo que contarla porque de verdad estoy muy cabreada.

Me veo todo el fin de semana con el Photoshop.

Resulta que hace doce años fuimos a Túnez y fuimos allí porque me encanta la historia y las Guerras Púnicas es uno de los episodios históricos que siempre me han fascinado, así que la antigua Cartago era uno de mis destinos soñados.

Cuando llegamos al aeropuerto me di cuenta que no llevábamos la cámara de fotos, a nosotros la cámara se nos olvida siempre. Es como un mantra fallido.

-¡Que no se olvide la cámara…!

-¡Joder se nos olvidó la cámara!

El caso es que compré en Barajas dos cámaras desechables para inmortalizar mi paso  por la historia de mis amores.

El viaje da para cuatro libros de aventuras, pero ese es otro tema.

El caso es que cuando regresamos, no sé porque razón revelamos una cámara, pero la otra, la que tenía las fotos más bonitas, en el puerto, en el Yem, en fin…. La fetén se perdió.

Yo la busque de manera compulsiva durante meses pero no hubo forma de encontrarla. Me costó casi un año darla por perdida (soy muy cabezota, sobre todo con mis cosas) pero al final acepté que no tendría imágenes guays de aquel viaje.

Como no pensamos volver nunca más allí aunque nos lo regalen, yo di por cerrado el episodio Púnico de mi vida.

Pero hete aquí que el otro día estoy buscando unas esquineras antiguas de fotos, de aquellas que se usaban para pegar en los álbumes, abro una de mis decenas de cajas de Ikea de “cosas varias esperando a que los viejos se vayan al otro barrio y acaben en el contenedor de obra de la reforma de la casa” y me encuentro con la cámara desechable. ¡No me lo podía creer! Pero ¡Quién demonios había puesto la cámara aquí!

Yo juraría que esta caja la he abierto decenas de veces y nunca he visto la cámara.

Le meto cuatro besos a la cámara y me visto deprisa para irme a revelarlas.

Coincido en la cocina con el niño, que se acaba de levantar porque ha tenido guardia el día anterior.

-¡Mira lo que he encontrado! ¿A que no sabes lo que es?

-Si mamá…una cámara de fotos desechable.

-¡Ya ya, me refiero a lo que hay dentro!

-Mamá, la noche de ayer fue complicada pónmelo fácil ¿vale?

-¡La cámara del viaje a Túnez, la que estaba missing!

-Ah…

-Me voy inmediatamente a revelarla, ¿me acompañas?

-Vale, vale ya me voy yo sola. (qué asco de carácter tiene el niño)

Me voy a la tienda de fotografía del Carrefour que tengo más cerca, llego, dejo la cámara, me dicen que estará revelada en dos días y escojo que me den un CD, que no quiero fotos en papel.

Todo esto fue la semana pasada….

A los dos días llego a recoger las fotos.

El chico me pide el resguardo, a la vez está haciéndole unas fotos de carnet a un pibón espectacular.

Le doy el resguardo y rápidamente busca el sobre, me lo da y vuelve a las fotos de carnet.

Abro el sobre, saco un CD en una funda plástica, con unas miniaturas de fotos en un papelito muy pequeño.

Hace años que necesito gafas para todo, pero no me da la gana ponérmelas así que las llevo en el bolso y cuando las necesito de manera imperiosa me las pongo.

Miro las fotos y veo una con un señor mayor sosteniendo a un bebé dentro de una piscina hinchable, otra con una adolescente muy bien criada en una silla de playa y los pies metidos en la piscina hinchable…

¡Joder, ponte las gafas porque no ves un pijo! Pero me pongo las gafas, y no reconozco a nadie de las miniaturas de las fotos.

Llamo dos veces al chico, que más que una foto de carnet al pibón, le debe de estar haciendo una resonancia magnética.

-Oye perdona estas fotos no son mías.

-¿Cómo que no son suyas?

-Pues sí veras, no tengo ni idea de quién es esta gente.

Mira el número del resguardo, mira el número del sobre,

-Pues sí que son las suyas porque tienen el mismo número, mire y me extiende el sobre y el resguardo.

Yo dudo… ¡Dios mío hace tanto tiempo! A ver si es una cámara de alguien que ha ido a parar a casa, ¡yo que sé!

Pero me mantengo firme.

-Pues tendrán el mismo número, pero estas fotos no son mías.

Sale el pibón de hacerse la foto, el chico se seca las babas que le cuelgan, le corta con esmero las fotos, le cobra, se vuelve a secar las babas, le mira el culo cuando sale y finalmente me dice en tono seco.

-Pues yo le digo que sí son suyas.

Lo miro con mirada de madre porque ya me está poniendo de los nervios.

-A ver hijo, si quieres los puedo adoptar y ponerles un piso, pero te digo que estas fotos NO son mías.

El chico abre el sobre, mira los negativos, mira el número de los negativos.

-¡Anda es verdad! Tienen diferente número, se han equivocado en el laboratorio.

Lo miro con cara de “nunca dudes de mamá, chaval”.

-Pues no se preocupe que las mando al laboratorio y me mandan las suyas.

-Vale, ¿sabes más ó menos cuanto tiempo?

-Pues pase mañana que ya estarán aquí.

Vuelvo a casa frustrada porque quería ver las fotos. Recuerdo que llevé un bikini de topitos azules con un lazo en uno de los tirantes que al consorte le encantaba…

Al día siguiente espero a que sea por la tarde para dar tiempo al reparto del laboratorio, llego a la tienda y noto que el chico cuando me ve entrar, pone una cara rara.

Pero mi familia y amigos siempre me acusan de que yo me fijo en cosas rarísimas en la gente, así que descarto sospechas.

-Hola, vengo por las fotos ¿recuerdas? Soy la de las fotos cambiadas.

El chico se rasca la cabeza. No sé porque, ese gesto me pone muy nerviosa.

-Si ya, el caso es que han surgido complicaciones…

-¿¡!? ¿Perdón? Qué tipo de complicaciones.

-Pues que no quieren…

Se me empieza a poner cara de acelga.

-¿Que no quieren qué?¿Quién no quiere qué?

-Pues que los dueños de las fotos cambiadas dicen que no quieren cambiarlas por ahora, que son bonitas y que cuando se las enseñen a los amigos nos las devuelven.

Miro fijamente al chico y rápidamente pienso:

-¿Será porque estoy en el paro? ¿Será que tengo pinta de despojo social? ¿Será por eso, que últimamente todo bicho viviente pretende vacilarme?

-Perdona repítemelo porque es que creo que te he entendido mal.

Se vuelve a rascar la cabeza y eso confirma mis temores.

Me repite lo mismo…

- ¿Sabes que te digo? Este país no tiene una crisis económica, tiene una crisis neuronal. Eso, ó nos han inoculado el virus de la gilipollez y no nos hemos dado cuenta.

-Dame el CD de mi nueva familia….

-No, lo siento no puedo dárselo no es suyo.

-¡¡¡QUE ME LO DES!!!!

Pega un bote detrás del mostrador, abre el cajón donde están los sobres de negativos y me da el CD.

-Cuanto es.

-9.50€

Saco la tarjeta.

-Cóbrame

Meto el sobre en el bolso y bajo al parking.

Ya verás cuando llegue a casa. Cómo coño cuento yo esto…


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