¿Cuáles son los límites adecuados de la libertad religiosa? Marianne Thieme, dirigente del Partido por los Animales de los Países Bajos, ofrece esta respuesta: “La libertad religiosa acaba donde comienza el sufrimiento humano o animal”.
El Partido por los Animales, el único partido defensor de los derechos animales representado en un Parlamento holandés, ha propuesto una ley que obligue a dejar inconscientes a todos los animales antes de sacrificarlos. Esa propuesta ha unido a los dirigentes islámicos y judíos en contra de lo que consideran una amenaza a su libertad religiosa, porque sus doctrinas religiosas prohíben comer carne de animales que no estén conscientes cuando se los sacrifica.
El Parlamento holandés ha concedido un año a los dirigentes para que demuestren que los métodos de sacrificio prescritos por sus religiones no causan más dolor que el sacrificio con inconsciencia previa. Si no pueden hacerlo, se aplicará la obligación de dejar inconscientes a los animales antes de sacrificarlos.
Entretanto, en los Estados Unidos los obispos católicos han afirmado que el presidente Obama está violando su libertad religiosa al obligar a los grandes empleadores, incluidos los hospitales y las universidades católicas, a ofrecer a sus empleados un seguro de enfermedad que cubra la contracepción.
Y en Israel los ultraortodoxos, que interpretan la ley judía en el sentido de que prohíbe a los hombres tocar a las mujeres con las que no estén emparentados o casados, quieren separar los asientos para hombres y mujeres en los colectivos y detener el plan del Gobierno de poner fin a la exención del servicio militar para los estudiantes religiosos con dedicación exclusiva (63.000 en 2010).
Cuando se prohíbe a los fieles practicar su religión –por ejemplo, mediante leyes que vedan el culto de determinadas formas–, no cabe duda de que se ha violado su libertad de religión. La persecución religiosa fue algo común en siglos pasados y sigue dándose en algunos países en la actualidad.
Pero prohibir el sacrifico ritual de los animales no impide a los judíos o los musulmanes la práctica de su religión. Durante el debate sobre la propuesta del Partido para los Animales, el rabino Binyomin Jacobs, rabino jefe de los Países Bajos, dijo a los diputados del Parlamento: “Si carecemos de personas que puedan hacer el sacrificio ritual en los Países Bajos, dejaremos de comer carne”. Y eso es, naturalmente, lo que se debe hacer, si se pertenece a una religión que obliga a sacrificar a los animales de forma menos compasiva de lo que se puede conseguir con técnicas modernas.
Ni el islam ni el judaísmo obligan a comer carne y no estoy pidiendo a judíos y musulmanes que hagan algo más que lo que opté por hacer yo mismo, por razones éticas, hace más de cuarenta años.
Limitar la legítima defensa de la libertad religiosa a rechazar las propuestas que impidan a los fieles practicar su religión hace posible resolver muchas otras controversias en las que se afirma que está en juego la libertad religiosa. Por ejemplo, permitir a hombres y mujeres sentarse en cualquier parte de un autobús no viola libertad religiosa alguna de los judíos ortodoxos, porque la ley judía no obliga a utilizar el transporte público. Es simplemente un medio del que se puede prescindir… y los judíos ortodoxos no pueden creer que las leyes que acatan estuvieran destinadas a hacer la vida lo más cómoda posible.
Asimismo, la obligación por parte del gobierno de Obama de proporcionar un seguro de enfermedad que cubra la contracepción no impide a los católicos practicar su religión. El catolicismo no obliga a sus fieles a dirigir hospitales y universidades. (El Gobierno ya exime a las parroquias y las diócesis, con lo que hace una distinción entre instituciones que son fundamentales para la libertad de practicar la religión de cada cual y las periféricas.) Naturalmente, la Iglesia Católica se mostraría reacia –y sería comprensible– a abandonar sus extensas redes de hospitales y universidades. Supongo que, antes de hacerlo, acabaría considerando la disposición sobre la cobertura de la contracepción por el seguro de enfermedad compatible con sus enseñanzas religiosas, pero, si la Iglesia adoptara la decisión opuesta y entregase sus hospitales y universidades a organismos que estuvieran dispuestos a reconocer esa cobertura, los católicos seguirían siendo libres para ejercer su culto y seguir las enseñanzas de su religión.
La exención religiosa del servicio militar puede ser más difícil de resolver, porque algunas religiones predican el pacifismo. Se suele resolver ese problema prestando un servicio substitutivo que no sea menos arduo que el servicio militar (para que semejantes religiones no atraigan a fieles tan sólo por esa razón), pero que no entrañe la participación en combates ni la posibilidad de matar.
(…)
No todos los conflictos entre la religión y el Estado son tan fáciles de resolver, pero el hecho de que esas tres cuestiones, todas las cuales están causando controversia actualmente en sus países respectivos, no se refieran en realidad a la libertad de practicar la religión de cada cual indica que se está utilizando inadecuadamente la apelación a la libertad religiosa.
“Uso y abuso de la libertad religiosa”
PETER SINGER
Traducción de CARLOS MANZANO
(ñ, 02.07.12)