Por fin, por fin, después de unos cuanto años buscando cómo ponerme las “gafas enfermeras” para poder tener una “mirada enfermera” como Dios Manda, los amigos de Google ya han sacado una aplicación para su nuevo cacharrito (no paran) que hará las delicias de nuestro colectivo (si es que tenemos que estar contentos, si señor).
El caso es que ayer, algunos amigos tuiteros (Pedro Soriano, José Manuel, Xoxe Manuel y Enrique) me informaron (y de paso me incitaron para escribir este monólogo) de que había salido una aplicación para poner en las gafitas tecnológicas.
Y mire usted, mira que a mí me gustan todo esto de los botones y la tecnología, pero es que lo de las gafas no lo veo (nunca mejor dicho) por diferentes motivos.
De partida, lo que nos importa es “la pela”: ¿Las gafas me las compra la empresa o las compro yo con la extra que me quitaron? La respuesta está clara. De momento no veo yo a la Seguridat Social comprando gafitas tecnológicas. En el caso de que me las comprara (de momento yo no tengo sueltos…), ¿Dónde las llevo si en el cuello llevo el fonendo y los bolsillos los llevo ocupados?. Quizás llevarlas colgadas de la patilla en el pijama sería la mejor opción, osea, como los pijos, y de camino la bata (por si me da frio en el quirófano) me la cuelgo como el jersey, con un nudo en la cintura, y ya seríamos las “enfermeras pocholas tecnológicas”, pero esto no sería adecuado para mejorar la visibilidad de la profesión, así que descartado también.
Quizás llevarlas puestas todo el día sería la mejor opción. Imagínate, en el café matutino, podrías estar hablando con tus compañeras y repasando los últimos artículos sobre seguridad del paciente (o el último folleto del Lidl, no vaya a ser que haya salido una funda para las gafitas a un módico precio, cómo está gente tiene de todo…).
Al entrar a una habitación, con las gafas podrías ver el historial del paciente (no tendrías que llevar la carpetita en las manos) y de paso conocer si el paciente tiene perfil en redes sociales, quizás cuenta en Facebook, y ver las fotos de la boda de su hija, que se casó la semana pasada. (las enfermeras tenemos que hacer una valoración integral, no se les olvide…).
Para coger las vías también estarían interesantes. Imagina poder ver por infrarrojos por donde pasan las venas, calibre, tamaño… aunque por otro lado, imagina a un alumno de enfermería intentando coger una vía por primera vez y tu, con tus gafitas, diciéndole… “así no”, “la vas a fallar”, “¿estás seguro”… Ah, que esto sin gafas también pasa…
De todas formas, el enorme potencial (ahora sí que si) sería cuando estemos junto al paciente, planificando cuidados, tomando decisiones,,, y por fin, podamos diagnosticar, buscar los NOC y poner los NIC, registrarlo en la historia clínica y sacar el informe de continuidad de cuidados de manera automática. Ups, perdón, entonces saldrá el aviso de las gafitas y te dirá “Esta parte de la aplicación aún está en desarrollo. Próximamente”. Y eso, todas las enfermeras sabemos lo que significa: que nunca, nunca, se desarrollará.
Al final, las gafitas quedarán como casi todo (libros de incidencias, mail, guasap…) para los cambios de turno (que no es poco). Y eso sí que será toda una innovación, porque un cambio de turno a tres (o a cuatro) si que necesita de tecnología para poder entenderlo. Pero eso será ya, para el próximo monólogo que hoy no me puedo parar, que he tenido turno de noche y tengo #jetlag
De momento, os dejo y me quedo con una reflexión final: sin gafas o con ellas, la mirada de una enfermera tienen un color especial…
Pd. Puedes consultar el primer monólogo de esta serie en este enlace: http://www.cuidando.es/postureo-enfermero/
Que lo disfrutes.
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