Por todos es conocido la visión realista y el retrato de las diferentes clases sociales que, en la segunda mitad del siglo XIX, hizo Benito Pérez Galdós plasmándola en sus obras literarias.
El retrato de una sociedad, de una clase política, de las corrientes filosóficas y de pensamiento que se desarrollaban en la España de la segunda mitad del siglo XIX fueron la fuente en la que Galdós se inspiró para crear su prolífica literatura que lo convirtió en uno de los mejores escritores españoles de todos los tiempos pero, también, su literatura fue parte importante de la historiografía que, durante el XIX, asentaba las bases de las teorías de la restauración en España.
El post de hoy se centra en torno a la obra: Toledo: su Historia y su Leyenda. Las Generaciones Artísticas de Toledo, una de las obras más desconocidas de Galdós y un magnífico retrato de la ciudad de Toledo por estratos o capas de generaciones histórico artísticas que narran la ciudad desde sus orígenes hasta la fecha en la que el autor la describe.
Una imagen que sirvió de inspiración a artistas, viajeros e historiadores para “recomponer” la imagen romántica de la Imperial ciudad, un texto que valió para crear la imagen de una ciudad, cuya imagen romántica, acuñada por viajeros extranjeros e intelectuales españoles, la consideraban como uno de los mejores ejemplos que condensaban todos los ingredientes que representaban la imagen de España, del espíritu nacional, una ciudad de apariencia islámica pero de sentir plenamente católico (era la sede primada de España).
Panorámica de la ciudad de Toledo.
Las generaciones artísticas fue un conjunto de artículos que Galdós elaboró en el año 1870 que se publicaron en el semanario madrileño Revista de España.
En esta obra en la que Galdós realiza un gran trabajo de investigación sobre la arquitectura de la ciudad de los Concilios, donde va construyendo la historia de la ciudad capa a capa de arquitectura, el autor también nos muestra su “gusto estético” pintando sin pretenderlo o pretendiéndolo, la imagen de la ciudad Imperial, una imagen coincidente con la visión de los viajeros románticos que visitaban Toledo en la segunda mitad del XIX, imagen que sirvió a la historiografía moderna para teorizar elarte nacional del país, aquel arte que debía ser rescatado y restaurado, aquel arte en el cual los viajeros se sentían identificados al adentrarse en la esencia de España, esa España que se dibujaba y se creaba en la visión que viajeros e intelectuales como Galdós, ofrecieron en sus pinceladas y en sus palabras.
Pero Galdós no solo se queda con esa primera impresión que tiene al llegar a Toledo, impresión no muy buena, por cierto, al ver una ciudad paralizada en el tiempo, lejos de la modernidad de las grandes ciudades como Madrid, Sevilla o Salamanca, localidades con las que la compara; Toledo, por el contrario, es una ciudad en ruinas, imagen que se percibe nada más aproximarte en el tren. Galdós profundiza en la esencia de la ciudad, realiza una “labor de arqueología” y, comienza a destapar esa Toledo de abajo hacia arriba, desde el Tajo, sus primeros asentamientos hasta la Toledo que se vislumbra a la llegada en tren.
Cuadro de Toledo y su plano (El Greco).
Comienza analizando en profundidad la capa de la Toledo visigoda, recorriendo sus restos de edificios visigodos para subir un peldaño más en la Toledo árabe, momento de gran esplendor de la ciudad, si sube un peldaño más llega a la Toledo cristiana en convivencia con la árabe, momento de gran creatividad y desarrollo de las artes en Toledo para comenzar un periodo de decadencia que comienza a partir del renacimiento llegando al barroco donde, siempre según el autor, la ciudad Imperial, al igual que en toda España, desarrolla un arte de “mal gusto” y de arquitectura de ruptura que nada le merece la pena reseñar, como buen romántico.
Este texto sirvió como clasificación de la arquitectura de la ciudad de Toledo por etapas históricas y artísticas, fue una fuente importante para definir y determinar aquellos monumentos más relevantes en la ciudad y que más merecían ser restaurados bajo los criterios de restauración que en el siglo XIX se estaban llevando a cabo, los planteamientos franceses de Viollet-Le-Duc.
Galdós al final de su obra dice al respecto:
“El criterio artístico no aparece hasta el presente siglo, que, muy apto para apreciar y fijar el mérito de las cosas antiguas, apenas puede restaurarlas y rara vez imitarlas.
Por lo demás, bastante funesto ha sido este siglo para la ciudad ilustre, que vio bárbaramente destruidos por las tropas francesas el Alcázar y el claustro de San Juan de los Reyes, obras únicas en su clase; y sólo en estos últimos tiempos la presente generación, inteligente e inspirada por un recto patriotismo, sabe cuidar con amor las venerables ruinas del arte español. La restauración de Santa María la Blanca, la de la Puerta del Sol, la del Alcázar, la creación del Museo Provincial en lo que queda San Juan de los Reyes, son el mejor título de cultura de los toledanos del siglo XIX.”
Lunes, 10 de diciembre de 2012http://loslugarestienenmemoria.blogspot.com.es/2012/12/las-generaciones-artisticas-de-benito.html
Revista Cultura y Ocio
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