Hoy, leyendo la prensa durante el desayuno, me llamó la atención un enésimo artículo sobre la dichosa expulsión de los gitanos o, como los llaman aquí, les gens du voyage (las gentes del viaje). En el último mes he visto la prensa internacional tapizarse de noticias, editoriales y reportajes al respecto; he leído acerca del inmediato rechazo de estas medidas por parte de la Comisión Europea; he escuchado las críticas entre la comunidad internacional.
Mientras tanto, en Francia, nada. Rien. Dejando aparte ciertas críticas aparecidas en los medios protestatarios y de crítica al gobierno en general y a Sarkozy en particular, los franceses parecen aquiescer en su silencio, y ya se sabe que el que calla, otorga.
Paradoxalmente (o quizás precisamente por ello), Francia, un país de tradición inmigrante, es también un país racista. Tras años y años de políticas de acogida pero no integración, de respeto de las tradiciones de origen pero no aprendizaje de las costumbres locales, el gobierno se sorprende de la falta de integración de los inmigrantes y decide que la mejor solución es deshacerse de toda esa gente molesta y devolverles a sus países. Y el pueblo calla y asiente.
La semana pasada mi profesor de español intentó hablar del tema en clase y les preguntó su punto de vista. Silencio, miradas al suelo o a una esquina del techo. Interrogados uno a uno, mis compañeros intentaron evadir el tema, acabando por decir que bueno, en realidad no se expulsaba a los gitanos, sino que se deportaba a inmigrantes en situación irregular. Palabra por palabra los argumentos de Sarkozy. La Comisión Europea ha decidido detener el proceso de infracción contra el gobierno francés. Búlgaros y rumanos salen a la calle en protesta, pero nadie les escucha. Una nueva ley de extranjería que amplía los criterios para deportar a los inmigrantes está siendo examinada en este momento por la Asamblea Nacional.
Y mientras tanto, el pueblo calla y asiente.
Nota: para más información, aquí dejo el enlace a dos interesantes artículos de El País; uno resumiendo la primera circular de Sarkozy acerca de las expulsiones aquí, y otro con las diferentes posiciones de la Comisión Europea, Francia y Rumanía aquí.