Revista Salud y Bienestar
La comunidad gitana es heterogénea y algo similar sucede en relación con su estado de salud. Aun así, cuando se comparan los resultados de las encuestas nacionales de salud realizadas a la población gitana y al resto de ciudadanos, la primera sale claramente peor parada: perciben peor su salud y es mucho mayor la incidencia de tabaquismo o asma entre los varones, y de depresión, obesidad y jaquecas entre ellas. "Aunque son la minoría más numerosa de nuestro país y su población es mayor que la de algunas comunidades autónomas, no dejan de ser un grupo étnico minoritario y como tal con mayor riesgo de exclusión social y de sufrir desigualdades específicas de salud", asegura la doctora Pilar Campos, jefa de Servicio del Área de Promoción de la Salud del Ministerio de Sanidad y Política Social, que presenta hoy en Valencia un estudio comparativo de las Encuestas Nacionales de Salud a población gitana y general de España en el 30º Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC).
La doctora Campos aclara que la causa principal de las diferencias en salud no tiene que ver con llevar un u otro estilo de vida, sino que viene condicionada en gran medida por los determinantes sociales de la salud. "A pesar de los esfuerzos realizados desde los años ochenta con el Primer Plan de Desarrollo Gitano, que es un plan aún vigente, y de que contamos con un sistema sanitario, público y universal, lo cierto es que los últimos datos siguen mostrando diferencias tanto en el acceso a los servicios de salud como en los resultados que el sistema nacional de salud obtiene", señala.
Hace cuatro años, se llevó a cabo la primera Encuesta Nacional de Salud a población gitana. Hasta ese momento, esta comunidad nunca había sido valorada con un estudio representativo. "Para conseguir la equidad en salud, no había datos objetivos a partir de los cuales optar por unas determinadas intervenciones", recuerda la especialista del Ministerio de Sanidad y Política Social.
-Una comunidad diversa
El pueblo gitano no es homogéneo. Como el resto de la sociedad, cada gitano es distinto en función de su situación socioeconómica, nivel educativo, su familia, etc. "Mientras sigamos pensando que todos los gitanos son iguales y no distingamos entre la cultura gitana y la cultura de la marginación, no acabaremos con este problema", sostiene la doctora Campos, que aunque opina que la universalización de los servicios de salud ha supuesto una mejora innegable, "eso no debe hacernos pensar que todas las personas pueden acceder por igual y beneficiarse en la misma medida".
-La mujer gitana
El estudio presentado por la doctora Campos en Valencia está disponible en la página web del Ministerio de Sanidad y Política Social. El trabajo concluye que la población gitana presenta peores resultados de salud no sólo en comparación con grupos con mayor nivel socioeconómico sino incluso con colectivos en una situación económica más vulnerable. Dentro de la comunidad gitana, las mujeres perciben peor salud que los varones y que el resto de mujeres españolas. De hecho, sólo un 10,5% de ellas, con más de 55 años, describe su salud como buena o muy buena. Algunos ejemplos son las jaquecas o los episodios depresivos. Refieren dolores de cabeza en el 37% de los casos frente al 9% del resto de españoles. La diferencia también es significativa entre el hombre gitano (20,7%) y los demás varones (3,9%).
Respecto a la depresión, la mujer de etnia gitana menciona tener depresión en un 17,6% frente al 7,7% del resto de mujeres. Entre los más pequeños hay algún dato llamativo: el 13,3% de los niños gitanos refieren asma frente al 5,4%. Entre los estilos de vida, un factor de riesgo para tantas enfermedades como es el tabaco es un hábito diario entre el 54,9% de los hombres comparado con el 31,6% en población general. La diferencia sigue siendo casi el doble si se analiza la incidencia de obesidad: 26,4% de las mujeres gitanas frente al 9,4%.
-Acceso al sistema
En general, entre la comunidad gitana se producen el doble de hospitalizaciones que en el resto de la sociedad. El acceso a prácticas preventivas es asimismo menor, con un uso inferior de servicios no cubiertos por la seguridad social, como la salud bucodental, las prótesis auditivas o correctoras de vista. Otro ejemplo es la citología: sólo el 47% se ha hecho alguna vez esta prueba. En cambio hacen un consumo de medicamentos más elevado que el resto de españoles.
-Reto asistencial
La doctora Campos cree que algunas de las dificultades que en la atención al paciente gitano pueden a veces surgir están asociadas al desconocimiento de la cultura gitana. "A veces bastaría con interpretar determinados códigos culturales para evitar su aparición. Hay que hacer un esfuerzo por desterrar la desconfianza mutua y no tender a generalizar por ambas partes lo que hace uno a toda la comunidad. Las herramientas que debe manejar el profesional son la comunicación empática, un lenguaje claro, sencillo y coloquial. No se trata de trabajar más, sino de incorporar nuevos conceptos. La comunidad gitana debe asimismo comprometerse a conocer el funcionamiento de los servicios sanitarios y a utilizarlos correctamente", afirma y considera que los médicos de familia desempeñan un papel esencial a la hora de hacer posible el proceso de aprendizaje de las personas gitanas en relación al cuidado de su salud. "Lograr la equidad es tarea no sólo de los profesionales, también de la Administración y del movimiento asociativo gitano", añade.
Precisamente a partir de las reflexiones de todas las partes implicadas, el Ministerio de Sanidad y Política Social ha elaborado una Guía para la actuación con la Comunidad Gitana en los servicios sanitarios. Un manual que recoge de forma sencilla recomendaciones fáciles de aplicar y adaptar a la práctica profesional con vistas a afrontar los retos que pueden surgir en la consulta.
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