“Un deporte que, o se hace por amor, o no se hace”. Así definen el fútbol femenino aquellos que se dedican a él. Once jugadores, dos porterías, un campo y un balón. Mismo juego y mismas reglas que el masculino. Sin embargo, en España es imposible vivir del fútbol siendo mujer.El fútbol femenino necesita profesionalización, cobertura mediática, y la consolidación de una liga más competitiva. Estas carencias preocupan cada día más a los amantes de un deporte que, a día de hoy, se considera “amateur”.Un deporte a la sombra de su homónimo masculino.
El día a día de las jugadoras
Entrenan todos los días de la semana a la vez que estudian o trabajan.Ganan de 50 a 100€ al mes, incluso pueden llegar a no ganar nada. “Van en autobús, comen por el camino, juegan y vuelven. Llegan a casa a las cuatro de la mañana, y a las seis se tienen que levantar a trabajar”. Así lo cuenta Lalu, directora y creadora de“FutFem”, una de las únicas publicaciones que da cobertura a las futbolistas
Patricia González, entrenadora y ex jugadora del Rayo Vallecano Femenino B, ha vivido las pésimas condicionesque soportan las jugadoras. “Nos tocaba un partido en Huelva y nos mandaron en autobús, con nieve. Nueve horas y media de viaje. Llegamos a las doce de la noche, dormimos en un hotel que se caía a trozos y jugamos al día siguiente por la mañana”, asegura a cuv3. Patricia dejó de jugar por una hernia discal de la que aún no se ha recuperado, pero ha conseguido vivir del fútbol tras licenciarse en INEF, algo que como jugadora nunca habría conseguido.“Me dedico a ello casi las 24 horas del día, y además, trabajo para poder vivir”. Amanda Sampedro, centrocampista del Atlético de Madrid Féminas, tuvo claro desde los seis años que quería dedicarse al fútbol. Es una de las mejores jugadoras de España, bronce en el mundial de Trinidad y Tobago y Subcampeona Europea de sub19. Además, estudia Periodismo. Un mérito que “no es que la gente no lo valore, sino que ni siquiera lo conoce”. Amanda comparte estadio y logros con la portera Lola Gallardo, premiada en 2010 con el guante de oro de la Fifa. Apodada como “La Casillas de la sub-17”, Lola asegura que en España, desgraciadamente, no se puede vivir del fútbol.
Falta de apoyo
“El fútbol masculino vive al margen de la ley, y al femenino no le dejan. En cuanto el femenino tiene un euro de deuda el club se cierra. Sin embargo en masculino, pueden deber millones y millones que no pasa nada”. Así lo asegura David Menayo, redactor de Marca TV. “En Primera División Femenina, los últimos equipos de la tabla son los que más carencias tienen. Dependen de la subvención del Ayuntamiento, de que les salga un patrocinador de última hora, y que les presten campos para entrenar”.David Menayo se especializó en fútbol femenino por su afán de “defender causas perdidas”. Cree que la Federación de Fútbol de Madrid, presidida por Vicente Temprado, no ha apoyado lo suficiente a las mujeres: “Desde la Federación se puede hacer mucho más ruido. No vale con estar presente en un palco en la Copa de la Reina, hay que apoyarlo justo después”.Futuro lento, pero esperanzador
Pese a su lentitud, los cambios desde hace unos años son visibles. Lola Romero, presidenta del Atlético de Madrid Féminas y ex jugadora del Coslada, asegura que hace doce años ni mucho menos se imaginaba que iba a avanzar tanto como ha avanzado hasta ahora. Lola es una apasionada del fútbol, con un optimismo sorprendente, y convencida de que lo mejor está por llegar. “Ahora estamos siendo mucho más escaparate de lo que fuimos hace unos años”, explica a cuv3.El despacho de Lola está repleto de fotografías de las jugadoras del equipo, a las que califica como “heroínas anónimas”. En su corcho, expone con mucho cariño una carta que recibió de la Casa Blanca. Esta carta se la envió Obama, en muestra de agradecimiento, ya que el Atlético le regaló camisetas para sus hijas. Un recuerdo de los más bonitos de su carrera.FUENTE: http://www.cuv3.com/AUTOR : Claudia RedondoEstudiante de 4º Periodismo en el Centro Universitario Villanueva
Estudiantes ¿con futuro?.... no hay mal que cien años dure
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