“No es agradable decir que no, pero en la situación de crisis en la que nos encontramos es imposible contratar a alguien. Las escuelas infantiles no son obligatorias y nosotros las hemos mantenido. Si la familia no dispusiera de medios económicos, el Ayuntamiento habría entregado una ayuda para que inscribieran al niño en un centro privado, pero su renta supera el umbral”, señala Miguel Ángel González, concejal de Bienestar Social. De Alonso puntualiza que, si bien él es profesor de instituto y cobra unos 2.000 euros al mes, su mujer no trabaja, deben pagar una hipoteca, viene otro niño en camino y la guardería les cuesta unos 500 euros. “Hemos tenido que prescindir de las actividades de rehabilitación que le costeábamos para que ambos puedan ir a la misma escuela. No queremos separarlos”, añade. Y se queja: “La comisión que valoró el caso de mi hijo ni siquiera lo vio. No se reunió con nosotros y evaluó la situación. Simplemente lo rechazó y no ha atendido a razones”.De Alonso ha presentado recursos en el Ayuntamiento y, según explica, ha agotado la vía administrativa. Todos han sido rechazados. De ahí que también haya reclamado ante el Diputado del Común, el Defensor del Pueblo, el Consejo Nacional de Discapacidad –dependiente del Ministerio de Sanidad-, ante las consejerías de Educación y Sanidad de Canarias y ante el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad. “Pienso seguir con esto. Y llegar hasta Estrasburgo si hace falta. No sé cuántos niños con discapacidad pueden estar siendo excluidos del sistema público, cuando debería hacerse el máximo esfuerzo posible por su integración”, sentencia.http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/10/18/actualidad/1382089837_891743.html

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