Qué quieren que les diga, un despropósito más de esta temporada. Si la temporada anterior estaba deseando que acabase, esta lo estoy suplicando y madrecita que nos quedemos como estamos.
El Sevilla FC es una máquina de la bondad. La mayoría de los puntos de los equipos que luchan por salvarse de la quema, los han obtenido en sus enfrentamientos con el equipo sevillista.
Los patrones negativos no dejan de repetirse una y otra vez, ya sea con Álvarez, Manzano, Marcelino o Michel, con el agravante de que se crean ocasiones pero no se marca. No recuerdo cuando fue la última vez que marcamos un gol, por ejemplo, de córner
¿Alguien se acuerda cuando marcamos de falta directa por decir otra forma de marcar goles?
Si esto no funcionó con Álvarez, Manzano, Marcelino y ahora con Michel, el problema debe estar en otro sitio. Michel, al que hoy poco podría achacársele, puso un equipo bastante ofensivo, a excepción de Babá, que no sé por qué razón decidió reservarlo.
A mí no me quita nadie de la cabeza que los jugadores que tenemos están suficientemente contrastados. Ya dije en alguna ocasión que puesto por puesto, comparadamente, el Sevilla FC tiene una de las mejores plantillas de la Liga y esto es prácticamente indiscutible. Quien venga a decirme que puede haber errores de planificación, que me lo compare con otros clubes que no sean R. Madrid y FC Barcelona y hablamos de ello.
Muchos me dirán que lo fácil es echarle la culpa a los jugadores, pero si no es así, ¿dónde son capaces de detectar el problema si no es ahí?
Como pueden comprobar yo nunca hablo de tácticas, de sistemas, o de jugadas, ni nada por el estilo. En la blogosfera sevillista, hay muchos y buenos analistas de estas cosas de las que yo casi no entiendo, pero la sensación de hoy, frente a un equipo que estaba con un pie en Segunda División, ha sido la de la impotencia y no saber situarse y leer un partido de estas características.
Un equipo le ha echado la garra necesaria, ha puesto los huevos en el terreno de juego y el otro ha tenido horchata como sangre. Estos equipos defenestrados, cuando juegan frente al Sevilla, parecen que son el Inter de Milán.
“Las Hermanitas de los pobres FC”, o el “Pescaito en blanco CF”, por el poco daño que hacemos, me da igual, somos los paladines de los condenados y que son carne de Segunda División.
El mismísimo presidente del Sevilla FC deberá bajar al vestuario y tendrá que meterle las cabras en el corral a algunos jugadores, visto lo visto, porque parece que no queda otra, pues todo se ha hecho ya.
Y ahora viene el FC Barcelona.
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