Las hoces del Duratón y el otoño
Otoño, otoño y otoño. Es una estación que divide gustos: la odias o la amas. Por un lado, el otoño es un anuncio del invierno que llega: los días se acortan, anochece antes, empieza el frío, y la gente se recluye más en casa. Parece que acaba la alegría y empiezan los meses melancólicos. Por otro: las calles huelen a castañas, termina el calor sofocante y sentimos el placer de entrar en lugares cálidos, se encienden las chimeneas y los bosques cambian los colores antes de desprenderse de sus hojas.
Hay que aliarse con él y buscar dónde disfrutarlo. Un buen lugar: las Hoces del Río Duratón, un parque natural junto a Sepúlveda que combina naturaleza y paisajes, patrimonio etnográfico, turismo activo, la monumentalidad de Sepúlveda y una buena gastronomía. El lugar ideal para enamorarse del otoño.
Sepúlveda nos da la bienvenida
Antes de recorrer al parque natural de las Hoces del Duratón nos recibe un pueblo con historia: Sepúlveda. La localidad está en un alto, rodeada, en parte, por los trazos sinuosos del Duratón y, la morfología del territorio donde se asienta se percibe en unas calles llenas de cuestas.
Se han encontrado restos de asentamientos en la zona de la Edad de Hierro, aunque el pueblo, tal y como lo conocemos, empezó a construirse en el siglo X. Es en esa época cuando se le encomienda al Conde de Castilla Fernán González la repoblación de este lugar, para establecer asentamientos cristianos que permitiesen ganar territorio a los moros.
Durante siglos, Sepúlveda permaneció guardada por una muralla y siete puertas de las que se conservan bastantes restos. Su historia, de batallas entre musulmanes y cristianos, de asedio francés y de épocas de paz, se refleja en un conjunto de calles de piedra, casas palaciegas con escudos al frente, iglesias, barrios más humildes… que ha sido modelado a lo largo de los años. Quien quiera puede profundizar en la historia de este enclave en sus museos: en la antigua cárcel, en el de los fueros o en la Casa del Parque.
Las calles de Sepúlveda hacen referencia a la histoira.
La puerta del Río
La Casa del Parque de las Hoces del Duratón está ubicada en el corazón del pueblo, en una iglesia románica dedicada a Santiago que hoy ha perdido su culto. Además de recoger información del entorno y de visitar unas exposiciones que nos guían por el patrimonio natural, paisajístico, histórico y etnográfico, podemos ver el interior del antiguo edificio, la zona del altar, las tumbas antropomorfas, visitar su coro y algunas de sus dependencias. Una buena mezcla para entender lo que vemos y lo que vamos a ver.
La Casa del Parque en la antigua iglesia de Santiago
Sepúlveda es también un buen lugar para probar los asados de cordero al horno que se cocinan en la zona, acompañados por una ensalada o –en esta época- un plato de setas.
Caminando por las Hoces del Duratón.
Como en cualquier espacio natural, caminando vamos a descubrir los lugares más inaccesibles y también los más bellos. Seis rutas señalizadas, de diferente longitud y dificultad, nos ayudan a conocer el paraje: la de la ermita de San Frutos (1 km), la senda de la Glorieta (0,9 km), la de la Molinilla (1,8 km), la Senda de la Vega (4,5 km), la que une el puente Talcano con el puente Villaseca (12 km) o la única circular: la senda de los Dos Ríos (5 km).
Cada una recorre espacios diferentes, aunque hay dos –desde mi punto de vista– imprescindibles: la de la Ermita de San Frutos, que nos permite llegar hasta este templo símbolo del parque y la Senda de los Dos Ríos, que nos da una visión bastante amplia de la zona con pinceladas de todo lo que ofrece.
El río Duratón acompañado por su bosque de ribera otoñal
Senda de la Ermita de San Frutos. 1 km. Lineal.
La Ermita de san Frutos, levantada en el siglo XI, es un hito en el parque natural y para llegar a ella es necesario aparcar el coche y caminar… un kilómetro (dos entre ida y vuelta).
Además de la ermita, el trayecto nos descubre un paisaje de cortados, con el río al fondo, siguiendo el trayecto de su meandro y rodeando las paredes donde se asienta el templo. Sobre nuestras cabezas, vuelan buitres leonados que, a ratos, se posan en las paredes verticales del cañón. La panamera con su vegetación pobre nos acompaña en el camino.
El colofón de la caminata es la ermita en sí, levantada en el lugar donde – se dice – vivió el patrón de Segovia junto a sus dos hermanos. Junto a ella encontramos tumbas antropomorfas y, detrás, el cementerio de Burgomillodo.
La Ermita de San Frutos con la cruz al frente
Senda puente Talcano – puente de Villaseca o Senda Larga. 12 km. Lineal.
Con 12 kilómetros, es la senda más larga del parque natural y está especialmente indicada para aquellos a los que les guste caminar. Todo el itinerario, desde un puente a otro, transcurre llano, junto al río Duratón, entre sus árboles de ribera. Además del paisaje y de los sonidos del río, los dos puntos fuertes de la ruta se encuentran al principio y al final; el primero: los restos del antiguo puente romano de Talcano, situados junto al nuevo puente, el segundo: la cueva de los Siete Altares, un lugar de culto cristiano de época visigoda. En la Casa del Parque de Sepúlveda existe una reproducción fiel de la ermita.
Importante: pasa por zonas de reserva del parque, así que entre el 1 de enero y el 1 de julio hay que solicitar autorización en la Casa del Parque. Recorremos el fondo del cañón y no hay cobertura móvil.
Los restos del puente romano de Talcano
La cueva de los Siete Altares, lugar de culto visigodo.
Senda de los dos ríos. 5 km. Circular.
Es quizás la senda más completa y accesible del parque natural ya que, en tan solo cinco kilómetros, nos da una visión amplia del paraje y de su oferta, que combina patrimonio histórico, paisajes, naturaleza y patrimonio etnográfico.
La ruta parte de la localidad más monumental de la zona: Sepúlveda y después de recorrer algunas de sus calles, y antes de adentrarnos en la naturaleza, nos acerca al Mirador Virgen de la Peña para contemplar el río y la hoz, en definitiva: nos muestra el paisaje que vamos a recorrer. Salimos al campo, atravesamos la puerta de la Fuerza y descendemos al río Duratón. Antes de cruzarlo y caminar por un bosque de ribera con predominio de chopos, vemos una zona de huertas abandonadas. El Duratón se junta con el río Castilla más adelante, justo antes de llegar a la vieja fábrica de la Luz y es que, en el camino, vemos cómo el hombre ha ido modelando la naturaleza: plantaciones de olmos para sacar madera, huertas, palomares o los restos de puentes como el puente romano de Talcano, el lugar donde nace la senda que conduce al puente de Villaseca.
En una parte del trayecto, abandonamos el río para acercarnos a las paredes calizas de los cortados a través de unas escaleras y ver así la vegetación que crece en la piedra.
Para volver a Sepúlveda hay que atravesar tres de sus viejas puertas: la de Castro, la del Duruelo y la del Río. Una vez en el interior del pueblo, caminamos de nuevo hasta el lugar de origen: la Casa del Parque.
En la Senda de los dos ríos
Los zapatitos de la Virgen crecen en los cortados.
No olvides
Caminar en silencio. En las riberas del río, escuchamos –además del agua y las hojas secas- el sonido de muchas aves que habitan a su alrededor. Caminar en silencio es imprescindible para, más que ver, sentir lo que hay a nuestro alrededor.
Observar los contrastes del paisaje. El paisaje y la vegetación cambian en los diferentes puntos del parque y con ellos la fauna. Encontramos zonas de ribera junto al Duratón repletas de árboles de hoja caduca. En los cortados habitan buitres leonados y crece una vegetación rupícola, la parte alta, mucho más pobre, se divide en panameras y repoblaciones de pinos resineros. Los contrastes crean un paisaje original y bello.
Ver el rastro del pasado. No han estado siempre ahí, aunque puede parecerlo. El hombre a lo largo de la historia ha plantado árboles, ha extraído la resina de algunos de ellos, ha levantado puentes, ha sacado piedras, ha construido palomares, chozos y paredes en las rocas para guardar su ganado, ha aprovechado las cuevas para sus rezos… Sus huellas adquieren muchas formas y nos hablan de los modos de vida del pasado. Algunos perviven.
Un viejo palomar
La Fábrica de la Luz
Adentrarte en el río en piragua. En determinadas épocas del año, es posible alquilar una piragua para recorrer el río Duratón y ver los cortados desde abajo. Naturaltur es una de las empresas que ofrecen el alquiler de piraguas en las hoces desde 10€.
Abrir bien la boca para probar el lechazo. ¿O te vas a ir sin comer el cordero asado en un horno de leña? Salvo que seas vegetariano, no probarlo es imperdonable.
¿Ves? El otoño no es tan malo si sabes dónde disfrutarlo.
hoces del duratón rutas de otoño sepúlveda 2015-10-26 Paula Mayoral