
El rock es un bromazo, y si no que se lo digan a Las Kellies. Demasiado tipo y tipa con ansias de trascender empuñando una guitarra y deseando no sus quince minutos sino su eternidad entera de fama a base de tostones infumables; se me ocurren unos cuantos pero lo dejaré para un futuro Top.
La primera palabra que me viene a la cabeza cuando escucho Kellies (Fire Records, 2011) es hiperactividad. Esta historia de chicas amateur totalmente piradas por el rock y sus variantes comenzó en 2005 con Shaking Dog! y continuó con Kalimera, mostrando una evolución más que notable en su sonido sin dejar atrás esa pasión palpable por el directo. Fiestas y bares, el hábitat.
Kellies es el álbum idóneo para todo aquel que degusta post-punk. Podemos buscar (y encontrar) influencias por todas partes, podemos etiquetar de manera febril con tal de establecer puntos de referencia a los que agarrarnos. Podemos, sería lo fácil. Las influencias pueden ser algo peligroso pero ¿hay alguien que no las tenga?
Los primeros compases de Kellies, en Prince in blue, son sinuosos. Cimbales etéreos marcan el camino y una guitarra jangly nos indica por dónde van a ir los tiros; hay más rock en casi tres minutos que en la vida entera de muchas bandas. En cambio, Adwenture es lánguida y se mantiene sobre un bajo que no podría recibir otra calificación que sexy. Por sus covers las conoceréis, se atreven con Erase You de ESG y salen del reto con el mentón bien alto. Y poco después mi favorito Cous-Cous, ideal para saltar hasta la extenuación- Perro Rompebolas me trae a la memoria unos Pixies con el cerebro recalentado por el sol de Arizona…
Resumiendo, un disco para el verano, acelerado, ruidoso y sexy. ¿A qué estás esperando?
