Paula es una arquitecta en paro que, cansada de su situación, decide arriesgarse y elegir otro camino profesional. Amalio es un joven de 17 años que comienza en el mundo de la moda desde abajo, convirtiéndose en pocos años en un grandísimo empresario. Llegará un momento en que el destino propicie el encuentro entre ambos.
A grandes rasgos esto es lo que podemos encontrar en Las lágrimas del agua, de José Luis Hinojosa. Esta novela, la tercera del autor, se divide en tres partes. En la primera de ellas nos encontramos con la historia de Paula, en la segunda la de Amalio y en la tercera se intercalarán las de los dos.
Para mí, este es el primer fallo de la obra: la estructura es confusa. Y es que comenzamos con la protagonista en 2007, pero saltamos al pasado y de ahí volvemos a ese mismo año y a la situación actual de Paula. La historia de Amalio comienza, sin embargo, en 1971, por lo que no son paralelas, tal y como había pensado tras leer la sinopsis.
Pero no es lo único que no me ha convencido. Los hechos que se suceden en la novela no me han impresionado, el autor da pistas que hacen ver qué ocurrirá. Las distintas tragedias que ocurren no me sorprendieron y mucho menos conmovido: el dramático desenlace no me despertó nada, más bien incredulidad.
Digo incredulidad porque en este libro todo lo veo demasiado forzado. Sí, es cierto que en un segundo todo cambia, pero se dan muchísimas casualidades. Además, en la última parte se introduce un elemento mágico que no casa con el resto del conjunto, pues hasta el momento lo que se pretendía era conseguir realismo.
El tema principal del libro es el amor, este es el motor de la historia, es el que va a hacer que Paula y Amalio se unan. Su romance no es el único que encontraremos en las páginas, pero sí es el más importante, el que más peso tiene, y no está bien trabajado. Es un amor a primera vista al que le falta desarrollo, que sucede muy deprisa, muy fácil.
Por otro lado, la pluma de Hinojosa no me ha gustado. La mayoría de las frases, sobre todo en la primera parte, no me dicen nada: sí, son poéticas, pero carecen de sentido. Así para mí, sobran páginas, porque además los hechos se repiten: la protagonista escribe una especie de diario sobre aquello que le ha ocurrido, hechos que el lector ya ha leído antes, ya conoce. Los diálogos tampoco creo que estén bien conseguidos: cada vez que habla un personaje, parece como si estuviese leyendo un discurso. Las conversaciones no son naturales.
Y, ¿no me ha gustado nada? De esta novela rescataría la descripción que hace de la crisis, la desazón que produce el estar desempleado, que no parado: estos sentimientos sí están bien conseguidos.
Pero como imagináis, para mí esto no es suficiente, pesan muchísimo más los contras. El mensaje está bien, pero no así la forma. Los saltos temporales, la prosa cargada, la falta de agilidad, lo predecible que resultan los acontecimientos más importantes que les suceden a sus personajes y lo exagerado de estos hechos, hacen que haya leído contando las páginas que me faltaban para terminarla.