Hay un revuelo enorme en torno a un nuevo proyecto que ha filtrado Google hace unos días. Seguro que ya has visto el video que han lanzado presentando Google Glasses, unas gafas de realidad aumentada que promete irrumpir con fuerza en el mercado:
Se nos hace agua la boca a los geeks que nos pasamos conectados a la red al menos 14 horas diarias. Pero el producto en sí me ofrece más lagunas que otra cosa. El concepto es interesante, un accesorio para llevar puesto cuando vas por la calle, incluso mientras trabajas, y te permite acceder a la información más completa posible.
Otra cosa es que nos creamos que en el 2.012 hay tecnología de consumo capaz de ofrecer la misma experiencia que lo que hemos visto en el video. Para empezar tenemos las lagunas que deja el invento para las personas que ahora usan gafas para tener una visión correcta. Quizás no nos lo han contado, pero las gafas incluye un vale descuento para operarnos la vista con láser y olvidarnos de nuestras viejas gafas. Algunos hablan de que podría venderse también como un accesorio sobregafas, como esas lentes para el sol, que se acoplan a tu montura con un clip. No, no lo veo claro en ese sentido.
Después está el apartado de la autonomía de un dispositivo como ese, el calor que debe general la batería en un lugar tan delicado como es la piel que rodea la sien. Tampoco hablan de si usará tecnología Bluetooth o algo más avanzado, ni cómo accederá a la ingente información que debe estar almacenada en una gigantesca base de datos de acceso rápido (para reducir el consumo de baterías).
Podría ser, y es mi apuesta personal, una especie de accesorio bluetooth para conectar a tu móvil, del que tomaría el acceso a la red y a la información necesaria, que se estaría gestionando desde una aplicación en segundo plano, y que volcaría la información en lo que no deja de ser un mero visor ultraportatil.
Cuando he visto el diseño de las gafas pensé que será complicado que vayas un día paseando por una calle de tu ciudad y te cruces con un chaval de 15 años llevando una de esas. Pero luego recuerdo lo que supuso el uso universal de los auriculares cuando el Walkman hizo aparición. Seguro que los viejos del lugar mirarían como bichos raros a los que salían de casa llevando una diadema con calentadores para las orejas (algo así debieron de verlo ellos). O cuando a principio del 2.000 había gente por la calle llevando auriculares bluetooth en una sola oreja para hablar por teléfono sin sacar el terminal del bolsillo. Así que el tema de que ahora veamos raro que alguien lo lleve sería lo primero que caería por su propio peso.
Sergey Brin, co-fundador de Google, ya ha comenzado a lucir el prototipo que vimos en el video. Nadie sabe si es funcional o solo una maqueta, pero seguro que la intención es más sociológica que tecnológica. Quieren ver cómo reacciona la gente al ver a un ejecutivo luciendo ese accesorio tan novedoso. Se pudo ver en una cena benéfica, donde estaría rodeado de gente imporante y con influencia en los medios (posibles early-adopters).
Sergei Brin llevando unas Google Glasses
Conociendo la reputación de hipster que tiene Brin, no debería de sorprendernos que estuviera usando sólo la maqueta para observar la reacción de la gente. Ya ha hecho algún experimento similar, como cuando comenzó a usar aquellos zapatos de surfero, y que muchos pensaron que cambiaría la moda del calzado en todo el mundo (seguimos esperando que suceda).
El discutible gusto de Sergei Brin por los zapatos
Creo que puede ser un dispositivo que tenga su público entre los geeks más snobs. Pero dudo que hayan resuelto los problemas que hoy en día tienen otros gadgets con funciones “similares” como son esos relojes notificadores que te avisan de los emails, menciones en Twitter, mensajes en Facebook… Siempre apuestan más por el diseño del dispositivo que por un funcionamiento más fiable y mejor experiencia para el usuario.
Quién sabe cómo será el producto final que salga al mercado, lo que está claro que esta sólo ha sido la primera vez que se ha visto en público las Google Glasses, pero no la última. A ver qué otro famoso se atreve a llevarlas, apuesto por algún rapero millonario, tipo Jay-Z.
Veremos.