
"La noche anterior a mi primer día de trabajo como profesora no pegué ojo."
Esta vez dejo una primera frase, apenas insinuante, anodina incluso, pero inolvidable una vez se termina el libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Las lecciones peligrosas.
Conocemos a Celeste Price, una joven y bellísima mujer, cuando se encuentra en su casa, nerviosa porque al día siguiente comienza su trabajo como profesora de instituto. Está casada con Ford, un también joven policía tan guapo como ella formando ambos el matrimonio perfecto. Pero volvamos a Celeste y sus nervios. Ella está nerviosa por su trabajo, no por temor a hacerlo bien o mal, lo que sucede es que trabajará con adolescentes. Y a Celeste, le gustan los jóvenes adolescentes.
Hay muchos motivos para leer este libro. Alissa Nutting ha escrito un best seller con los derechos vendidos a catorce países que tiene todos los ingredientes para serlo, y también para ser justo lo contrario. Nos ha regalado una historia incómoda basada en un caso leído en la prensa, pero que no es simplemente un caso, sino algo que sabemos ha sucedido más de una vez en nuestra sociedad. Nos lo ha puesto delante con una prosa magistral y, no contenta con eso, lo ha hecho en primera persona. Y además, ha conseguido que partamos de la lectura con una pregunta que ya nos hemos respondido antes de llegar a la mitad del libro. ¿Comentamos del mismo modo determinado tipo de actos si vienen de mano de un hombre que de una mujer?, ¿qué pasa cuando es la mujer la que se acerca a un adolescente?, ¿y si además es terriblemente hermosa? "Cabeza de ratón, libido de león. Y no esperará que gane el ratón." Dice en un momento dado uno de los personajes del libro para hablar de los adolescentes. Y no, si os lo estáis preguntando, no lo justifica. Pero sí pone de manifiesto que hay comentarios que no se harían en sentido inverso sin necesidad de decirlo abiertamente.
Conocemos a Celeste desde el interior de su cabeza, y eso nos permite tener una idea perfecta del tipo de persona ante el que nos encontramos. Como si fuera Patrick Bateman, aquel protagonista de American Psycho que tanto revuelo causó, Celeste es casi perfecta por fuera y un perfecto monstruo por dentro. Cada frase, cada preparativo, el perfecto conocimiento de lo que quiere y ese ansia depredador para satisfacer al animal que lleva dentro, nos hace conscientes de ello. Utiliza al mundo y a su entorno y además, los juzga y trata de manera implacable. No es un personaje cómodo, no nos cae bien, y nos queda claro que a ella eso no le importaría en caso de saberlo. Ella lo único que quiere es satisfacerse, recorrer con la mirada el aula buscando la piel perfecta de la presa perfecta: provocar, deslumbrar, atacar. Porque Nutting en este libro decide tomar la palabra hasta las últimas consecuencias y, si el tema ya era peliagudo, no esquiva el sexo en absoluto. No podría con una voz tan directa como la de la protagonista, y opta por no hacerlo manteniéndose en el difícil equilibrio entre relatar lo hecho con palabras directas y no caer en la pornografía. El sexo literario es difícil, el tema es difícil, y llamar a las cosas por su nombre también. La frase del comienzo viene seguida en el libro por la explicación de boca de la protagonista de su rutina esa noche. Se ha masturbado en silencio para no despertar a su marido, y lo hizo pensando en el día siguiente. No sólo eso, te vistió para la ocasión debajo de su atuendo habitual. Y lo dice en la página uno dejándonos ahí el resumen perfecto de quien protagoniza la historia. Su contrapunto es la presa, el joven adolescente que queda retratado en una perfecta mezcla de timidez y hormonas, un retrato de quien aún no se ha formado como adulto de boca de quien busca esa vulnerabilidad para satisfacer sus propios deseos. Por eso no lo victimiza. No podría.
Las lecciones peligrosas es un libro magistralmente incómodo que cruza la barrera de lo correcto al franquear la física del deseo. La caída es inevitable, y nos preguntamos cuándo será y si habrá alguna reacción en la voz narrativa. Pero Nutting es capaz de no desviarse en su propósito y llega hasta el final para mostrarnos que hay monstruos, que existen, y para experimentar con nuestras reacciones al conocerlos. No os relataré el final, quizás recordéis algo del caso real, con eso basta.
Me ha gustado, es un libro sin tramas secundarias que nos despisten, que no hace una crítica social al uso en un tema como este, que no busca sensiblerías. Es más un derechazo, de esos que dejan sin aire al lector obligándolo a doblarse en dos, apoyándo las manos en las rodillas para mantener el equilibrio. Y una cicatriz, Celeste, de esas que uno se mira de vez en cuando recordando una lectura. Porque eso hacen las buenas lecturas, cicatrices en el alma del lector.
Y vosotros, ¿cuál fue el último libro que os dejó huella?
Gracias
