Revista Cultura y Ocio

Las letras nunca han incidido en el devenir del flamenco, como música

Publicado el 10 agosto 2018 por Elcabrero @JoseELCABRERO

Hay por ahí un buen aficionado que entiende, y publica, que “el flamenco, cuando se nutre de letras con temática política, divide más que une” y ve demagogia donde, a mi juicio, se exponen argumentos. No está solo, hay muchos de la misma opinión: demagogia es una palabra tan socorrida como maltratada pero, la madre del borrego está en que la mayoría de las letras que se cantan son de temática político-social, entre otras cosas, porque también lo personal es político.

Si cantas Una mujer golpeaba – a las puertas de un convento – Quería meterse dentro – que el mundo le repugnaba – jarta de pasar tormentos, a nadie se le ocurre que la cosa vaya de propaganda: ante las injusticias de la vida, la iglesia, la religión, como refugio y salvación. Así la pintan.  Pero si denuncias los desmanes, abusos, violaciones, robos de niños, etc. etc. en los que está involucrado el clero, o simplemente dices por soleá: Yo no creo en Dios – creo en el aire y el agua – creo en la tierra y el sol”, ya es otro cantar: sólo quien denuncia o disiente de lo “correcto” divide ¡Vaya lógica!

Las letras nunca han incidido en el devenir del flamenco, como música

Cantaba mi admirado y querido Camarón: España tiene una bandera – hecha de sangre y de sol – Si me quitan que la quiera – yo no sería español – seria de otra nación cualquiera. El Cabrero, también por fandangos: Tengo las ideas claras – como buen republicano – ya está bien de tantas lacras – que llevan miles de años – viviendo de otras espaldas.  ¡Cuántas veces los he visto salir ovacionados por el mismo público! Dos que no necesitaron de la política para disfrutar de un lugar de privilegio entre la afición. Obviamente, a nadie se le ocurre decir que el fandango de Camarón es de temática política, porque no va en contra de lo políticamente correcto o el sistema establecido, El Cabrero sí: esa es la diferencia y a cada cual su sentir y el derecho de expresarlo.

Morente cantaba: A mí me pueden mandar – a servir a Dios y al Rey – pero dejar a tu persona – eso no lo manda la ley. (Caña de Antonio Chacón, asiduo a la Casa Real y a las fiestas de la aristocracia y cuyo cortejo fúnebre fue presidido por el Duque de Medinaceli). El Cabrero, ateo y republicano, la grabó a su manera: A servir a Dios y al Rey – no mandadme, que no voy – A servir que vayan otros – que yo vasallo no soy. Adivinad cuál de las dos es coplas se considera de temática política.

Hay letras que te ponen a cavilar y otras que no te dicen nada, lo cual no significa que no contengan algún mensaje implícito. Si alguien tiene interés en vincular lo flamenco con la política que, aquí y ahora, no soy yo, por ahí van los tiros:  escuchando entre líneas, creo que casi todo lo que se canta es de temática política.

Las letras, cualquiera que sea su contenido, nunca han incidido en el devenir del flamenco, como música. La política sí: en Administraciones Públicas se decide qué artistas participan en los eventos con grandes presupuestos, quiénes obtienen subvenciones para sus giras, a quiénes las medallas y los premios, quiénes salen en las TV públicas y en qué proporción. Son los políticos, o sus funcionarios, quienes deciden qué flamenco se escucha aquí y el que se exporta al mundo y me temo que se esté haciendo llegar al gran público una visión del Arte Jondo que no refleja el potencial de los jóvenes artistas, ni la maestría de los veteranos, ni el inmenso legado de los maestros ya desaparecidos. ¡Ojalá me equivoque!

Me dice un amigo, con mucho flamenco en las canas, que en esta Bienal tendremos ejemplos palmarios de cómo se da gato por liebre con dinero público: lo llama flamenquicidio, pero es que mi amigo es un mairenista radical, como yo, pero él más.


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