
Hace unos años publiqué en esta bitácora un artículo analizando un libro de Thomas Friedman que hablaba sobre el escenario petrolífero mundial, con especial incidencia en la dependencia de EEUU del petróleo de Oriente Medio. En él, Friedman defendía que EEUU debía ser más verde, tener un ejército y una economía que apostase por las energías alternativas como vía para mantener una política exterior menos rehén del caos de Oriente Medio. Hoy la situación ha cambiado radicalmente. Como comentaba anteriormente, la controvertida técnica de fracking ha llevado a Estados Unidos a ser un importante productor de petróleo mundial, posiblemente en 2015 el primer productor de crudo del mundo. Este hecho ha trastocado el tablero geoestratégico mundial. El gran aumento de la extracción de petróleo en EEUU ha propiciado una bajada de los precios del crudo hasta poco más de los 86 dólares el barril Brent (de referencia en Europa), no solo eso, la crisis en Japón y UE, así como el menor crecimiento chino han provocado una caída de la demanda de crudo. Ante esta situación los países de la OPEP siempre habían pactado una reducción de la producción para mantener unos precios relativamente altos, pero en este caso, Arabia Saudí ha sacudido la estrategia al anunciar que mantendría el ritmo de extracción. Una estrategia que se complementa con la tendencia alcista de la extracción en EEUU. Las consecuencias de esta estrategia saudí y americana son profundas.

