El miedo a la oscuridad se considera un temor evolutivo, una etapa normal dentro del desarrollo de los niños. De hecho, uno de cada tres niños de entre 3 y 5 años la teme. Esto no significa que no haya que hacer nada al respecto: se debe ayudar al niño a superarlo, con el fin de que la noche sea un momento de descanso y no derive en fobias más graves y en un drama para los padres.
Las luces de compañía o muñecos con luz, emiten una suave luz tranquilizadora que conforta al bebé. Estas luces emiten un suave destello que ayudan al niño a no tener miedo pero a la vez le permiten dormirse. Podríamos decir que es una gran compañera de sueños.
Una habitación completamente a oscuras puede asustar a nuestro hijo. Para evitarlo, mientras aún sea muy pequeño, y que no tenga miedo cuando comience a dormir solo en su habitación, es recomendable usar este tipo de luces que se mantiene encendida por la noche y emite una iluminación tenue y relajante que le ayude a asociar oscuridad con relajación y tranquilidad de forma que sin molestarle, le ayude a dormir. Muchas se encienden y apagan según la luz ambiental, no se calientan y duran mucho tiempo sin necesidad de recambio. Algunas van acompañadas por mandos a distancia para que, sin necesidad de entrar a la habitación, puedan ser reguladas por los padres.
Otro uso muy práctico es que las mamás pueden dar el pecho a los bebés sin necesidad de encender la luz de la habitación, así no se espabilan.
Para los padres este tipo de luces son una excelente idea. Las personas que las han probado comentan que han sido para ellas un elemento de apoyo imprescindible para acabar con las pesadillas y los temores nocturnos de sus niños más mayores y la tranquilidad y el bienestar para sus niños más pequeños, por lo que, como veis, es algo que se usa durante un largo período de tiempo.
Una luz de compañía puede ser la diferencia entre un bebé o un niño llorando toda la noche y un bebé o un niño que duerma plácidamente.
Dejar una luz tenue no implica que los adultos enciendan la luz principal de la habitación del niño cuando se ponga a llorar. Si el pequeño se despierta asustado en mitad de la noche y llora o llama a los mayores, hay que tranquilizarle sin encender las luces.
La luz encendida alimentará el problema, pues ratificará la idea de que la oscuridad da miedo y que, por el contrario, la luz lo quita.