Con la puesta en libertad de los cinco violadores de Pamplona, la justicia ha dado un claro mensaje de su grado de patriarcalización y rechazo a las libertades de las mujeres. Ha actuado, por llamarlo delicadamente, como otra “manada”.
Una “manada” de gente que opina que a pesar de la gravedad de los hechos, estos cinco salvajes malnacidos, tienen derecho a una libertad que la víctima de sus actos ya jamás podrá tener.
Una “manada” a quien la seguridad de las mujeres, de todas las mujeres, les importa un pimiento y a quienes otorgan la responsabilidad de su autoprotección. Y en lugar de mandar un claro mensaje del posicionamiento de la justicia al lado de las víctimas, se han posicionado al lado de los agresores salvajes. Y en dos ocasiones.
Esta justicia patriarcal nos está llevando a las mujeres a armarnos de argumentos para seguir saliendo a la calle y para también exigir alto y claro la formación básica en igualdad de género y en los diferentes tipos de violencias machistas que sufrimos a diario las mujeres y las niñas. Esa formación, al igual que la revisión del corpus jurídico para despatriarcalizarlo es urgente. Y lo es porque nuestra seguridad y nuestras vidas están en peligro.
A sus señorías frufrús les da igual una violación en grupo que un asesinato siempre que las víctimas sean mujeres, claro. Siempre le buscan las vueltas para poder interpretar y aplicar las leyes en sus grados mínimos a los asesinos o violadores.
Pero eso sí, cuando es una mujer la que agrede o asesina, son implacables en todos los aspectos.
La verdad es que estoy harta, muy harta y muy enfadada por cómo se ha llevado jurídicamente todo este tema de los violadores de Pamplona. No soy abogada, como todo el mundo sabe. Solo soy una activista feminista que ha visto como, con este tema y una vez más , se han sobrepasado todas las líneas de ultraje a la dignidad de la víctima. Y con ella las de las mujeres en general.
Y ahora leo en las redes sociales como ya hay programas de televisión que están pactando entrevistas con los violadores y sus familias. Otra “manada” la de estos programas y otros medios de comunicación que pretenden justificar las actitudes de estos cinco miserables violadores y criminalizar al feminismo que ha salido en masa a las calles para protestar por la decisión de dejarles en libertad.
Recordemos que estos cinco violadores no han pedido perdón a la víctima ni han mostrado el menor arrepentimiento por sus fechorías. Recordemos que también violaron en Pozoblanco. Y también recordemos que dos de ellos son parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Las “manadas” mediáticas y jurídicas tendrán que hacer frente a las consecuencias de sus actos. Y me refiero a que en demasiadas ocasiones se les olvida que las mujeres somos consumidoras y aunque no se tenga en cuenta hay muchas letradas que son feministas y muy buenas en ambos sentidos.
Estoy harta de tener que alzar la voz por estas tropelías. Muy harta pero no queda más remedio que seguir saliendo a la calle y seguir alzando la voz para acusar directamente a todas esas manadas proteccionistas con el patriarcado a costa de la salud, de la seguridad e incluso a costa de la vida de demasiadas mujeres y criaturas.
Estoy segura que las mujeres volveremos a salir a la calles en masa como en las últimas ocasiones para recordarles a todas esas manadas que estamos aquí y que sabemos quiénes son. Que no nos quedaremos en casa por muy cansadas que estemos ante sus sentencias, sus programas, sus justificaciones continuadas de hechos que atentan contra nuestras libertad y nuestra seguridad.
La iniciativa de algunos establecimientos de Sevilla en los que se niegan a atender a todo lo que huela a estos cinco violadores me parece admirable puesto que han antepuesto su dignidad y disconformidad con los hechos a su actividad económica.
No sé cómo, pero hemos de actuar. Y lo hemos de hacer desde todos los frentes. Desde las aulas comentando la barbaridad de los hechos y condenándolos, por supuesto. Educando en igualdad desde las familias y la escuela. Mostrando públicamente nuestro rechazo a este tipo de terrorismo patriarcal que nos agrede desde todos los frentes criminalizando siempre a las víctimas y justificando a los agresores violadores y asesinos.
Desde el pasado 8 de marzo hemos salido muchas veces a las calles. Y vamos a seguir saliendo. Pero se ha de actuar desde otras instancias cambiando leyes y actitudes personales. Se ha de actuar, también, desde la revisión de los valores mediáticos revisando prioridades. Desde los propios agentes jurídicos en todos los ámbitos y niveles para que espectáculos como los del juicio de estos cinco violadores con sus abogados no solo cuestionado la verdad de la víctima, sino toda su vida, no vuelvan a ocurrir nunca. Las facultades deben formar profesionales éticos y no carroñeros a los que la dignidad, la libertad y la seguridad de las mujeres no les importa nada.
Se ha perdido una gran ocasión por parte de sus señorías frufrús de mostrar que la justicia no desprecia a las mujeres. Una ocasión donde mostrar que realmente la justicia es justa con toda la ciudadanía y no solo con los de siempre. Ahora ya sabemos que no es así, puesto que la propia justicia ha sido violada y retorcida por quienes deberían impartirla. Pero claro, la justicia, aunque sea simbólicamente, también es una mujer y puede ser abusada, violada, torturada e incluso asesinada cada vez que les convenga.
No sé cómo ni de qué manera pero voy a seguir saliendo a la calle para exigir igualdad y respeto para con los derechos de todas las mujeres. Y también denunciando a quienes actúan de esta vil manera pisoteando nuestras libertades y nuestros derechos a una vida libre de todo tipo de violencias machistas y, por lo tanto, contra la opresión patriarcal.
Ben cordialment,
Teresa