Se sabe que en el siglo XV las mancebas tenían que pasar por el médico antes de serlo y tener una autorización de la justicia también. Es un poco irónico que allá por el 1650 la prostitución fuera legal, algo completamente regulado y ahora no lo sea. (Sabemos que también estaba regulada en la antigua Grecia).
La ley establecía que una joven podía trabajar en un burdel de la ciudad si podía probar que había cumplido ya los doce años; además debía ser abandonada por su familia, de padres desconocidos o huérfana, nunca de familia noble. Tenía que haber perdido la virginidad antes de iniciarse en las labores del sexo y el juez, antes de otorgar el oportuno permiso, tenía la obligación de persuadir a la muchacha. Tras este requisito, la joven recibía la pertinente autorización para ejercer.
Las mancebías, al igual que la prostitución de lujo de hoy día eran frecuentadas por gente con dinero e intelectuales de la época. No obstante había diferentes tipos: mancebías caras para los más pudientes de la Villa y las regulares que frecuentaban militares y comerciantes. Los frailes (los pocos que no las frecuentaban) y beatos solían estar en constante lucha para que cerrasen este tipo de establecimientos aunque con poco éxito de lo largo de los siglos XV, XVI y XVII ya que la prostitución fue tomada como un mal necesario porque repercutía en el bienestar general de la nación. De ahí que el estado español la regulara y fuera tolerada por la iglesia.
Pero no olvidemos que la Mancebía era mucho más que el lugar habitual de prostitución; era el único espacio legal para ejercerla, casi una institución municipal. Los poderes públicos pretendían confinar la prostitución a un espacio claramente acotado y alejado del centro de la ciudad. En realidad obedecía más a intereses de orden público que a intereses económicos.
Lo más que se podía hacer era controlar el número de rameras en determinadas fechas como la Semana Santa, el Corpus y la Asunción, en estas fechas aumentaba escandalosamente la presencia en Sevilla de izas y rabizas con otras venidas de localidades cercanas. A finales del siglo XVII la presión de los jesuitas consiguió hacer que estuviera cerrada la Mancebía los domingos y días festivos.
De cualquier modo, la institucionalización de las mancebías como únicos lugares autorizados para ejercer no significó acabar con la prostitución incontrolada. En las ciudades bajomedievales no era infrecuente la presencia de mujeres que vivían de alquiler entre los vecinos, trabajando en ocupaciones que no exigían cualificación laboral y siempre mal remuneradas, que también se prostituían aunque sin hacer de la prostitución su único medio de vida. Denominadas mujeres enamoradas, su presencia en las ciudades suponía una desleal competencia para las trabajadoras de la mancebía.
No fue hasta el S.XVIII cuando Felipe V luchará contra estos establecimientos y recogerá a las prostitutas para meterlas en conventos y casas de arrepentidas, acabándose así gran parte del negocio en las capitales. Pero ya se sabe que este tipo de negocios nunca acabarán a pesar de su ilegalidad, más bien complicaba la vida a estas mujeres sin acabar de erradicar el ejercicio de la profesión.
Desde la edad media las prostitutas han sido modelos de pintores y artistas, vemos esta pintura de Murillo "Mujeres en la ventana" y otra de Goya "Majas en el Balcón" cuyas protagonistas son mujeres de vida alegre.
Fuentes aquí y aquí. (La fotografías obviamente son de los s.XIX y XX, pero son preciosas)