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Otra vez a vueltas con el lavado de manos: una medida eficaz y con un bajísimo cumplimiento en atención primaria. En el último número de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica se publica el artículo "Evaluación del cumplimiento de higiene de las manos en un área de atención primaria de Madrid" que analiza el comportamiento de diversos profesionales al tratar pacientes o realizar funciones asistenciales.
Los datos son descorazonadores: un 8'1% de cumplimiento en total, que bajaba casi al 4% en profesionales con experiencia laboral de más de 20 años. No obstante, uno de los principales sesgos del artículo, citado por los autores, es que no está implantada en su área la solución hidroalcohólica, más cómoda que el lavado tradicional y cuyo uso incrementa el cumplimiento de la higiene de manos.
Entre los motivos para un cumplimiento tan bajo, se señala en el estudio el "desacuerdo del profesional con las recomendaciones de la OMS, o al menos en alguno de sus criterios, o por la falta de información científica en este tema, ya que en atención primaria no existe una cultura o una tradición formativa en este aspecto tan importante de seguridad del paciente". Por otra parte, es llamativo comprobar que, según el estudio, la higiene de manos se realiza principalmente con el objetivo de la protección del propio profesional ya que la principal indicación de lavado fue "después del riesgo de exposición a fluidos orgánicos", que se considera como autoprotección.
No obstante, con un porcentaje tan bajo, deberíamos plantearnos que ocurre en nuestro entorno asistencial.