Hace años descubrí que algunos de mis silencios no me pertenecen. Lo descubrí con un reclamo: -Ese silencio yo ya lo conozco- me dijeron.Y pensé que no sólo es un asunto de silenciossino también de palabras.
No le presté atención, lo confieso.
estaba ocupado, en tratar de vivir mi propia vida. Pero luegohace tan sólo un par de semanas,vi sobre la almohada vacía a mi lado una mano que no era la mía y que, sin embargo, claramente distinguía. En ella, escasos recuerdos de infancia se aferraban.Volvió a ocurrir hace unos días, esta vez frente al espejo.Unos ojos me observaban.Aquellos ojos, los míos, me miraban pero al mismo tiempo miraban otro rostro otro recuerdo otro mirar.Anoche, mientras acostaba a mi niñotomé su mano.Y reconocí en aquella mano (apoyada en la mía)la mano de mi padre que tantas décadas atrás repetía el mismo gesto.Y recordé entonces aquella mirada de hace unos días aquella mano de hace unas semanas aquellas palabras que me siguen desde hace años aquellos silencios que me atraviesan.Esta mañana he comprendidoque también soy mi padre sus gestos sus memorias sus leccionesGracias, papá.