Sin duda alguna Italia es uno de los países en los que el ciclismo desata más y más pasiones y, seguramente, el que con más fervor conserva el tradicionalismo y la dramaturgia de este deporte dentro de su adn vital. Los tiffosi adoran a los corredores, pero sobre todo sienten como suyas gestas del pasado, epopeyas vividas mucho antes de que ellos nacieran y que poco a poco conforman una especie de mapa de realidades que acaba dibujando el ciclismo italiano.
Y dentro de ese inmenso mapa las primeras marcas que a finales del siglo XIX se lanzaron a fabricar ese novedoso y extraño invento llamado bicicleta ocupan un lugar muy especial. Y lo ocupan porque sus nombres, algunos con vigencia aun hoy en día, aparecen ligados a los de gestas que se cuentan entre las más recordadas del ciclismo, y sus maillots han sido honrados por los mayores ciclistas transalpinos de todos los tiempos.
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Toda una leyenda
Curiosamente la pionera es aun la que sigue con más gloria comercializando bicicletas hoy en día. Y es que desde 1885 Bianchi, la marca característica de Bérgamo, ha fabricado algunas de las bicicletas más bonitas y de más calidad que poblaron carreteras en todo el mundo, además de patrocinar a multitud de equipos ciclistas. El maillot azul celeste de la Bianchi ha sido vestido por mitos tales como Coppi, Gimondi o Ullrich, y sus bicicletas también han servido de vehículo para demostraciones mágicas de Bartali, Pantani o Bugno. Sin duda un mito que sigue gozando de la mejor salud, y que en la actualidad es, junto a Peugeot, el fabricante de bicicletas más antiguo en activo.
Con posterioridad a Bianchi surge la marca Olympia, en 1893, que también patrocinó algunos equipos en los tiempos pretéritos del ciclismo, y más tarde hacen su aparición Velo (1894), Maino e Dei (1896) y Frera (1897).