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Las marcas del cantero.

Publicado el 28 octubre 2010 por ArÍstides

LAS MARCAS DEL CANTERO.
CUANDO EL JUEGO ACABA, EL REY Y EL PEÓN VUELVEN A LA MISMA CAJA. Anónimo

No soy de los que se irían de vinos con un miembro de la curia. Es más, estoy seguro de que llegado el supuesto serían éstos, que durante siglos han dictado el modo de gobernar a monarcas o censurado las entretelas maritales en confesionarios, quienes me evitarían. Posiblemente no lo haría, en cambio, esa infantería, amante de la lucha cuerpo a cuerpo, que deja en alto ese estandarte de su creencia en los rincones más inhóspitos del mundo y siempre, en todo lugar, en favor de los desfavorecidos.

Mientras los primeros ordenaban quemar libros, incendiar hogueras inquisitoriales, bendecían a generales o paseaban bajo palio a dictadores, los segundos estaban en la trinchera con los pobres y reconociendo como hermanos a los más desfavorecidos. Lo queramos o no, la cultura occidental es mayoritariamente católica y las contradicciones religiosas están presentes en la historia. Quien escribe reconoce que para saber de dónde se viene es conveniente conocer el significado de tantos símbolos encerrados en bóvedas, piedras marcadas por canteros o libros miniados que conformaron la forma de ser de pueblos y doblegaron los tiempos.

Es bueno que los jóvenes conozcan el patrimonio cultural que habita en iglesias, monasterios o ermitas. Quizás así evitemos que se vendan libros de gregoriano por hojas como me encontré no hace muchos años en una tienda de Córdoba, o que se utilice una pila bautismal renacentista como abrevadero o que libros con más de tres siglos de antigüedad cojan polvo y polilla sobre un altillo en Castrojeriz. Por no hablar de un sarcófago romano utilizado para dar de comer al ganado encontrado en Castilla.

Que cada cual se valdee la espiritualidad y la moral de sus creencias donde crea oportuno, pero sería bueno que la cultura religiosa entendida en sentido amplio y no doctrinal formara parte de los planes de estudios de nuestros chicos. Sólo así contrubuiríamos a que cuidasen un poco más las fachadas del patrimonio en sus noches de botellón, que no miren abobados retablos de los que no entienden nada o paseen ante imágenes o cuadros que les son ajenos.

Que las piedras hablan es una verdad a gritos y nuestros chavales precisan amueblar el mundo que les rodea con los signos del pasado y las claves del futuro. Quizás de esta forma evitemos que un presentador de televisión hable de signos exotéricos en las piedras de Trujillo, donde se halla esculpido el escudo del Athletic. Es el mismo desconociemiento de quien muestra las fotos de vacaciones con composiciones artísticas recortadas y el careto del viajero travestido para la ocasión.


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