En 1969, Eric Carle escribió La pequeña oruga glotona, una historia clásica de una oruga que pasa una semana buscando alimento hasta que finalmente se transforma en una mariposa. Carle omitió la parte en la que la oruga se convierte en crisálida.
En resumen, en el interior de la crisálida la oruga se vuelve líquida, aunque no todos los órganos al mismo ritmo. Por ello, podemos pensar que las orugas y las mariposas son dos criaturas distintas que no saben nada la una de la otra, ya que por lógica pensamos que no tiene donde retener la memoria previa a la transformación.
En el 2008, unos investigadores de la Universidad de Georgetown expusieron a las orugas a un olor acre específico mientras le daban un shock de intensidad mediana. Con el tiempo las orugas aprendieron a evitar el olor incluso en ausencia del estímulo desagradable. Después de la metamorfosis en polillas (en este caso), les expusieron al mismo olor y están empezaban a volar.
De alguna manera, aunque se habían vuelto líquido, pudieron mantener esos recuerdos.
Fuente:Now I know