Un asunto interesante que nos ocurre a todos al emprender es que escogemos las mismas formas de ver y vivir la vida que tantos otros. Por eso, tendemos a ponernos lo que me gusta llamar máscaras del emprendedor.
Para otros puede que se llamen arquetipos o algo más cool, pero a mí me vale así.
Pretendemos ir de diferentes y de únicos; pero en muchas ocasiones tan sólo nos ponemos máscaras. Y no sólo eso, sino que ni siquiera las crisis por las que pasamos son exclusivas de nosotros.
Por suerte, se puede hacer algo con todo ello. Lo discutimos hoy en esta entrada.
El trasfondo de las máscaras del emprendedor
Está cogiendo mucha fama una pareja de pensadores que hablan de la guerra de identidades en la que estamos inmersos.
Uno de ellos es un filósofo surcoreano, llamado Byung-Chul Han.
La semana pasada se hizo circular entre mis contactos, especialmente entre aquellos de Barcelona o que residen allí; una entrevista suya para El País. En ella, este pensador nos dice cosas tan curiosas como que ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose. Sus ideas sobre la autenticidad, nuestra comunicación y nuestra relación con los otros son brutales.
El otro es el Dr. Jordan B. Peterson. En su entrevista para El Mundo, critica duramente la posmodernidad y los pensamientos de izquierda más habituales actualmente.
También carga duramente contra la negación de la condición biológica y animal del ser humano. Afirma que dicha negación se produce por motivos políticos, en relación con lo que algunos llaman “ingeniería social”.
Su pensamiento va mucho más allá de lo que se muestra allí, sin embargo.
¿Por qué destaco a Byung-Chul Han?
Para él, la máscara de emprendedor estaría puesta en el hecho de que ahora todos queremos ser diferentes unos de otros. En esa voluntad de diferenciarse y en los medios que empleamos para ello, nos convertimos estúpidamente en iguales de nuevo.
Decir eso mismo a mí me ha costado la expulsión de varias comunidades y foros, y un montón de malas miradas. Él sabe ser más amable sin perder contundencia, al parecer.
¿Por qué destaco al Dr. Peterson?
Su fama viene precisamente del hecho de que se enfrenta directamente y sin tapujos a la sociedad posmoderna. Política e ideológicamente. Es él precisamente a quien le debemos la expresión “guerra de identidades”; que sería un producto y a la vez un instrumento de la sociedad posmoderna.
Cada vez más personas lo usan para desmontar los argumentos y los discursos prevalecientes en la cultura de lo políticamente correcto.
Para él somos eternos adolescentes. Totalmente irresponsables, victimistas e incapaces de madurar por nosotros mismos.
¿Y qué tiene todo esto que ver con las máscaras del emprendedor?
Bastante más de lo que parece a simple vista… Y también nada que ver, si no quieres verle la conexión.
Como ya he dicho, y como se puede deducir de las situaciones que retratan los dos autores arriba citados; estamos asistiendo a una lucha por el control absoluto de nuestra vida.
No sólo queremos controlar nuestro trabajo y lugar de residencia, nuestro aspecto físico y nuestras aficiones como hasta ahora.
Aquí tienes el por qué de las máscaras del emprendedor
Queremos tener dominio sobre la imagen que tienen de nosotros los demás.
El productivo. El que vendería arena en el desierto. El nuevo rico. El liberado. El zen.
El tocapelotas también, por supuesto.
Pero se nos olvida una cuestión elemental: no podemos controlarlo todo. Es algo de lo que estuvo hablando mi amiga María Mikhailova en su sorpresa de cumpleaños de ayer.
Algunas cosas en la vida pasan cuando pasan, ¡y otras ni siquiera pasan!
Pero nos empeñamos en que pasen y jodemos nuestras existencias a gran escala.
Nos condenamos a nosotros mismos a un tiempo X de miseria existencial y sufrimiento innecesario. Por eso veo el paralelismo de las máscaras del emprendedor con mis antiguas andanzas por la industria del ligue. Y no en el buen sentido.
La gente compra su fachada de seductor infalible al “experto” que mejor apela a su dolor particular. La pone en juego y obtiene experiencias mixtas, agridulces.
El discurso a partir de ahí contribuye a mantener el problema y agrandarlo, más que a resolverlo. Apuntan a generar dependencia. Y la rueda comercial sigue girando.
En el desarrollo personal y profesional es el mismo perro con otro collar
Lo que verás no son métodos de ligue, pero sí estilos de vida pornográficos.
Gente que te habla de conseguir grandes cosas con relativamente poco esfuerzo. Sin embargo, ahí tienes a Peterson para el gran duchazo de realidad.
Tengo un amigo que dirigía una de las principales empresas tecnológicas de Canadá. No cogió vacaciones en 20 años. Ni un sólo día. Y no eran jornadas de ocho horas, la mitad en el yate. Eran de 18 horas. Todo el día en un avión. Ya, en primera clase. Pero lejos de casa. De su familia. En hoteles anónimos. Nada de juerga y tequila. Para vivir así hay que estar configurado de una manera muy particular. Hay gente así, claro. Y la mayoría son hombres. ¿Son mejores? No. Son distintos. Incluso podríamos decir que sus prioridades son peores que las de las mujeres que optan por una vida más equilibrada, trabajando media jornada y cuidando de sus hijos. En todo caso, es su elección. ¿Usted qué haría?
Es decir, que el éxito requiere de sacrificio y compromiso
Y no sé tú… Pero tanto la entrevistadora como yo no nos prestaríamos a sacrificar tanto. Otros sí, y por eso triunfan del modo que lo hacen.
Eso sí, quien te diga que le echa menos de ocho horas al día, o te toma por idiota o directamente miente.
Como decía Paco de Lucía: “En mi tierra dicen que tengo arte y duende… Bueno, si a doce horas diarias de práctica le llaman así, pues tienen razón.”
Luego está el tema de que haya maneras de invertir cada vez menos y ejecutar cada vez más.
Cuando crece la habilidad, aparece algo llamado optimización.
Y ese es el propósito principal de todo emprendedor y empresario. Me atrevería a decir que de todo artista, e incluso de cualquier ser humano.
La experiencia óptima… También llamada fluir. Otra de las máscaras del emprendedor; pero esta vez de uno hábil y currante, a la altura de las exigencias.
Que aparezcan máscaras quiere decir que estás jugando con distintas posiciones para encontrar tu experiencia óptima. Quizás incluso varias.
Aquí te listo mis máscaras del emprendedor favoritas
Si te reconoces en alguna de ellas, que sepas que no es algo intrínsecamente malo. Son mis caricaturas de los momentos y las maneras de ser que adoptamos a veces.
Si con ellas ganas en claridad para verle sentido a lo que haces, pues tanto mejor.
El momento Lego
Viene del símil con el popular juego de construcción.
Te dedicas a unir piezas pequeñitas y muy diversas para construir algo grande; usualmente para tu propio crecimiento personal y profesional. Y si puedes compartir ese proceso con otros y les sirve de guía e inspiración, pues eso se convierte en tu mensaje.
Un mensaje que, de hecho, será tan grande y tan impactante como creatividad, contactos y paciencia tengas.
También tiene que ver con el hecho de que no siempre son las piezas correctas ni se siguen los planos a pies juntillas.
¿Quién no ha puesto las piezas que quiso donde le dio la gana? Que levante la mano.
El afán de McDonald’s
Podríamos hacer referencia a que donde tú no llegues no merece llamarse ciudad; o a tu afán por estar disponible las 24 horas y hasta servir a domicilio si no quieren ir a buscarte.
Pero me aburre hablar de automatismos, de productos evergreen y de cosas de 1 a N… Así que tiraré por otro lado el símil.
Tu propósito es tener algo para todo el mundo en el menú, aunque seas conocido por un plato principal en concreto.
De hecho, estás constantemente reinventando la rueda con esa especialidad; para que no se vuelva aburrida y no te quite negocio un bar de barrio.
Y, por supuesto, tienes promociones y regalos que hacen más llamativo el comprarte a ti.
La fórmula de la Coca-Cola
No es porque encuentres un combo secreto que te sirva de catapulta a la fama, no… Aunque comprendo que lo relaciones con eso.
Me refiero a que basas tu negocio en sensaciones por motivos muy concretos. A saber:
1) Lo que ofreces lo tienen en cada esquina, tanto de mejor calidad como de marca blanca.
2) Ya hay gente que odia lo que haces y que, de hecho, habla en contra de ello y es capaz de demostrar los perjuicios y desventajas que conlleva.
Por esas razones, te toca apelar a otras cosas, a ver si te relacionan con ellas y se produce una pesca de arrastre social.
Es la misma historia que pasó antes con el tabaco: todos los anuncios mostraban a gente o bien madura o bien aventurera e interesante fumando.
La carta de Hogwarts
De repente, todo te parece mágico. La gente, las conexiones, los eventos, la circunstancia y la promesa.
Cada nueva cosa que descubres te maravilla, y cada nuevo paso que das está lleno de curiosidad morbosa. ¿Qué pasará, qué misterios habrá…?
No tiene por qué ser tu gran noche ni hoy ni en varios meses, pero para ti todas lo son por algo. Te volviste experto en buscarle el tesoro escondido a todo lo que te pasa.
Y con tu ilusión prácticamente inagotable, contagias al mundo de ganas de hacer cosas… O como poco de alegría.
Por eso no importa tanto lo que haces como el hecho de que eres tú quien lo hace.
Aquí acaban las máscaras del emprendedor que quería retratar
Y espero que a pesar del tono más duro del comienzo del mensaje, te hayas divertido con este texto.
Podríamos resumirlo diciendo que, en vez de preocuparnos tanto por ser diferentes; más nos vale apostar por tener madurez, solidez de identidad y de caracter a prueba de nuestra sociedad actual.
Te doy como pauta un mensaje que se puso un amigo mío en el estado del WhatsApp: “Pensar significa resistir los modos dominantes de representar el mundo”. De ahí que haya querido destacar a dos pensadores que se dedican a eso precisamente; y que te anime a hacerlo a ti.
Por supuesto, los comentarios están abiertos para que me cuentes las que tú conoces y tus experiencias con las que he compartido. 🙂
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