Las mascotas, de Bragi Ólafsson (Bajo la Luna, 2012), está dividida en tres partes. La primera intercala fragmentos con dos voces: la de Emil, el protagonista (en primera persona), que vuelve a Islandia después de un viaje de compras a Londres tras haber ganado un premio de lotería, y un narrador en tercera que nos va contando las idas y vueltas de un sujeto desagradable que no llegamos a entender qué papel cumple. Ambas historias transcurren al mismo tiempo hasta que confluyen en la segunda parte del libro.
La casa de Emil se irá llenando, a su pesar, de gente diversa y él pensará “…tengo la impresión de que esta gente (…) vive aquí en este piso y yo no soy más que un insecto, una especie de ácaro que se ha caído de la sábana al suelo y que cualquier día de estos será succionado cuando Gréta le mande a Hávardur que pase la aspiradora”. Más de una vez el lector se sentirá junto con Emil, en su escondite, observando a esas personas que se apropian de su casa. Ya en la tercera parte el absurdo y la ironía crecen y, ni bien llego al final, busco en mi biblioteca un libro ruso que fue de mis preferidos cuando era niña: Veinte años bajo la cama, de Victor Dragunski. Quien lea Las mascotas entenderá el porqué de la asociación.
- Las mascotas
- Bragi Ólafsson
- Bajo la luna
- Año 2012
- 224 páginas
- ISBN 978-987-1803-25-5