«Todo cuanto ves, muy pronto será destruido y los que han visto la destrucción dentro de muy poco serán también destruidos; y el que murió en la vejez extrema acabará igual que el que murió prematuramente».
«Habla, sea en el Senado, sea ante cualquiera, con elegancia y certeramente. Utiliza una terminología sana».
«Después de asignarte estos nombres: bueno, reservado, veraz, prudente, condescendiente, magnánimo, procura no cambiar nunca de nombre, y, si perdieras dichos nombres, emprende su búsqueda a toda prisa».
«No malgastes más tiempo argumentando acerca de lo que debe ser un buen hombre. Trata de ser uno».
«A los animales irracionales y, en general, a las cosas y a los objetos sometidos a los sentidos, que carecen de razón, tú, puesto que estás dotado de entendimiento, trátalos con magnanimidad y liberalidad; pero a los hombres, en tanto que dotados de razón, trátalos además sociablemente»»
Aunque esta visita desde entonces siempre estuvo en mi ánimo, languidecía como tantos otros propósitos librescos que el tiempo va dejando arrumbados en el foso del olvido. Pero hete aquí que en la revista ICON del diario El País del pasado mes de septiembre leo un titular que hizo renacer en mí el desatendido propósito:
«El libro español de proverbios del siglo XVII que recomienda el hombre más rico del mundo.El tuit del magnate, hoy dueño de twiter, fue el aldabonazo que me hizo volver a buscar textos que en mi opinión hubieran servido a Baltasar Gracián de base, de modelo incluso, para sus aforismos. En estas estaba cuando en la visita que ese mismo mes de septiembre realicé a la Feria del Libro de Madrid ubicada como siempre en el parque del Retiro topé, en la caseta de la histórica librería La Felipa, con una edición austera, poco adornada, acorde el continente con su contenido, de las Meditaciones del emperador Marco Aurelio. La adquirí inmediatamente, pues, como digo, llevaba años con el propósito de hacerme con un ejemplar de las mismas. Y sí, en estas reflexiones imperiales, estaban, en espíritu y también en cuerpo, muchos de los aforismos gracianescos que tantos elogios suscitaban desde hacia tiempo entre los candidatos presidenciales y los millonarios de Wall Street.
Elon Musk citó ‘El arte de la prudencia’ en Twitter, pero no es el primero en hacerlo. Los libros de Baltasar Gracián fueron un éxito en el Wall Street de los noventa y recomendados a candidatos a la presidencia»
Meditaciones La edición de la editorial Edaf que adquirí y tengo en mis manos vio la luz este mismo año 2022. Es reedición de la que en 2007 apareciera con traducción, anotación e introducción de Jorge Cano Cuenca. Diré que la traducción me parece magnífica; también me lo parecen las notas a pie de página, por lo clarificadoras y explicativas que resultan; y desde luego la introducción que realiza Cano Cuenca dirigiéndose al tiempo al propio autor y a los lectores. Se dirige el traductor a Marco Aurelio por el hecho de que unas meditaciones no son otra cosa que unas reflexiones, un como diría Antonio Machado diálogo del hombre que siempre va conmigo. Así que, en el fondo, estas reflexiones (Meditaciones) distribuidas en trece libros (partes), cada una de las cuales contiene una media de 40 ó 45 sugerencias de comportamiento y actitud moral ante los embates de la existencia, apuntan al propio autor -de ahí que Cano Cuenca, en la edición de 2007, titulase el volumen simplemente con la expresión "A sí mismo"- y también, evidentemente, a los lectores del momento y los futuros.
No es un libro que exija una lectura lineal, sino que permite ir saltando, al albur, de reflexión en reflexión. En este sentido es igual que El arte de prudencia cuyos aforismos admiten una lectura aleatoria y no continuada. Con todo, la distribución del conjunto en libros se debe a que cada uno de ellos en cierto sentido se circunscribe a un campo: la fama, la naturaleza, el bien común, el agradecimiento a quienes nos antecedieron, la inexorabilidad de la muerte, la impiedad, etc. Pero en cada uno de ellos retornan como las mareas, mezclándose en ordenada confusión, los asuntos. Siempre prevalece la idea de que vivimos una existencia única; que no hay más vida que la que tenemos; que la muerte está ahí y alcanza a todos, por lo que hay que preocuparse de ella lo justo, pero no más; que debemos hacer lo posible por favorecer el bien común, evitando el egoísmo; que no podemos ir en contra de la Naturaleza, dentro de la cual todo está contenido para su sostenimiento, incluso el propio sufrimiento por culpa de la enfermedad; etc.
El pensamiento de Marco Aurelio forma parte de la filosofía estoica, y nace a partir del pensamiento de Séneca y otros estoicos menos conocidos. Lo que sucede con Marco Aurelio es que es un estoico que es emperador, algo poco o nada frecuente. Los estoicos huyen de la vanagloria mundana, del halago desmedido de los otros; eso siendo César era harto difícil, pues la adulación hacia el imperator estaba en boca de todos. Sin embargo Marco Aurelio en estas meditaciones se pone a la altura de los otros hombres, se identifica con ellos; por eso nunca habla de sus hazañas bélicas, sino que se fija en lo que le rodea a él y a todos: la naturaleza, el frío, la pereza, la presencia o ausencia de la fuerza interior para estar en el mundo, la contribución a la mejoría de la comunidad, etc.
Leyendo estas Meditaciones no he podido por menos que evocar el pensamiento cristiano. ¿Está el estoicismo en la base del cristianismo? Cierto es que ambas corrientes buscan la virtud, aunque sea una virtus diferente. Para Marco Aurelio alcanzar la virtud implica riesgo, ejercicio (askesis), buscando siempre una adecuada relación entre uno mismo y la vida; la virtud del estoicismo no es otra cosa que el arte de vivir. Frente a este concepto de virtud, el cristianismo pospone para la vida ultraterrena la meta a conseguir. También en el cristianismo hay askesis pero entendido como sacrificio en la vida terrena cuyo premio se obtendrá en la que exista después de la muerte. Es una diferencia muy sustancial. Marco Aurelio postula no preocuparse de la muerte y ocuparse sólo de la vida, pues tras esta no hay nada; en el cristianismo la muerte es central al ser la puerta de acceso a la -en su pensamiento- la verdadera vida.
Pero hay muchas coincidencias en el día a día entre estoicos y cristianos. Una de ellas y no menor es la de la reflexión o meditación, que los cristianos denominan oración. Leyendo a Marco Aurelio, digo, me veía transformado en uno de estos sacerdotes cristianos que con el breviario en sus manos reflexionan sobre el sentido de la vida y de los oficios religiosos que de forma resumida aparecen compendiados en el libro así llamado. Los postulados cristianos ya están contenidos en el estoicismo: hacer el bien al otro, no ser egoísta, no enfadarse por cualquier nadería, no ensoberbecer («no te cesarices», se decía a sí mismo y a quien le leyera el mismísimo César)...; en definitiva, lo que en estas Meditaciones presenta el emperador muerto en Viena (Vindobona) el año 180 d.C. es una ética, una manera de enfrentar la vida, un modo de vivir. Es una ética que coloca al hombre en el centro de todo, que lo distingue claramente de otras especies naturales pero que insiste en que con éstas ha de haber relación cordial, que se aparta de la crueldad ilegítima, que busca la paz y concordia entre pueblos. Y al colocar al individuo, a la persona, en el centro de todo, construye una auténtica filosofía en torno a él. En cierto sentido podría decirse que Marco Aurelio dio a la posteridad un libro de autoayuda, al mostrar a quien lo leyera cómo se podía ser feliz en una existencia de la que todos conocemos su aciago final.
De los cientos de reflexiones que contiene este libro -todas ellas reseñables por su profundidad y largo alcance- sólo a guisa de ejemplo, voy a colocar algunas aquí:
- «Arroja todo fuera, quédate sólo con estas pocas cosas; acuérdate también de que cada uno vive sólo el presente, este punto; el resto ya ha sido vivido o es dudoso.» Desde luego el Quevedo de «Ayer se fue, mañana no ha llegado / hoy se está yendo sin parar un punto» puede fácilmente haber bebido aquí
- «No actúes contra tu voluntad, ni al margen de lo común, ni sin examen, ni a contracorriente; que la afectación no engalane tu pensamiento; no seas charlatán ni te pierdas en muchas tareas». Creo que a muchos que se ocupan de la res publica les vendría de perlas leer ésta y otras reflexiones de alguien que conocía bien el oficio de ocuparse de lo público.
- «Ni sentirse disgustado, ni abatido, ni desanimado, si tus actos no siempre ligan con los principios rectos, sino, tras la frustración, retomarlo otra vez y estar contento si tus actos son más humanos y amas aquello a lo que encaminas». Buena propuesta para chicos y grandes que aceptan mal la frustración.
- «Todo lo que ves se destruirá muy pronto, y los que asistan a esa destrucción en breve pasarán por ella. El que muera muy viejo se encontrará en el mismo punto que el que lo haga muy joven». Sí, claro, querido Marco, pero no es lo mismo más que menos, ¿no te parece? Je, je
- «Aceptar sin arrogancia; dejar ir con soltura». Aquí sí que veo el pensamiento y estilo literario de Baltasar Gracián
- «"Lo regio es obrar bien y que hablen mal de uno" (Antístenes)». El cínico Antístenes acertaba al recoger en su pensamiento una acción muy frecuente en la plaza pública. Marco Aurelio, con esta cita, así se lo reconoce.
Nota:
Este libro participa en el Reto Escritores de la A a la Z que organiza el blog Lecturápolis. Con él relleno la letra A. También entra a formar parte de los libros clásicos dentro del Reto Nos gustan los clásicos que organiza el blog Un lector indiscreto.