Las Médulas, un paisaje americano en pleno León

“La independencia, igual que el honor, es una isla rocosa sin playas” (Napoleón Bonaparte)

En cualquier ranking de lugares espectaculares de España nos podemos encontrar con las Médulas, más arriba o más abajo en las posiciones pero siempre están ahí. Esta formación rocosa de color rojizo atrapa las miradas de todos los que se pasean por el Bierzo y nos traslada a un paisaje más típico de Estados Unidos que de España.

A 1:30 horas de León y a 1 hora de Astorga nos encontramos con este paraje tan curioso creado por el hombre, si, si, habéis leído bien, no es un paisaje con una formación natural.

Las Médulas fueron creadas por los romanos gracias al método de la corta de minado o “ruina montium” (derrumbe de los montes), se excavaban galerías sin salida al exterior, después se introducía por ellas una gran cantidad de agua y esto hacía estallar en pedazos los conglomerados de arcilla del interior de la montaña dejando paso a los niveles inferiores donde se encontraban los minerales más ricos.

Todo esto se realizaba para conseguir oro, las Médulas fueron la mayor explotación minera a cielo abierto de todo el imperio Romano, con un tamaño de alrededor de 3 kilómetros de extensión y 100 metros de profundidad. Los canales por los que se llevaba el agua desde los ríos hasta el interior de las Médulas llegan a alcanzar los 100 kilómetros de longitud y hay unos 400 kilómetros de túneles.

Mi recomendación es que si no disponéis de mucho tiempo os acerquéis al mirador de Orellán desde el que se obtienen las mejores vistas de las Médulas, la foto típica. Además, podréis entrar dentro de una de las formaciones rocosas por 1 €, para ello os darán unos cascos ya que en algunas zonas del interior los techos son muy bajos y vuestras cabezas pueden peligrar, muy recomendable para vivir su interior y ver las Médulas desde otra perspectiva.

Si queréis extender la visita podéis continuar con una ruta a pie para ver las Médulas desde abajo, imponen. Lo mejor es que aparquéis en el centro de información y desde ahí os dirijáis por el camino de la derecha que os llevará a la Cuevona, una impresionante formación que podéis escalar con facilidad por su interior (está en cuesta), recorrer alguno de los túneles que utilizaron con la técnica del “ruina montium” y asomaros a los precipicios que crearon las explosiones de agua.

Llevaros ropa que no os importe manchar, nosotros acabamos todos rojos por culpa del polvo de la arcilla al trepar y descender por la Cuevona.

Esta ruta es corta, fácil y asequible para todos, si después de ver la Cuevona queréis seguir andando podéis continuar porque la ruta es circular, sino, podéis deshacer el camino andado como hicimos nosotros. Preferimos ver lo esencial por la mañana y por la tarde acercarnos a Astorga.

Para comer, justo al comienzo de la ruta, se encuentra el Mesón Agoga. Un restaurante de cocina tradicional con productos del Bierzo como la cecina, carnes de la región a la brasa, su plato estrella “el botillo” (carne de varias partes del cerdo embutida después del despiece acompañada con una guarnición de garbanzos y berzas) y unos ricos postres caseros hechos con castañas como producto principal (flan, galletas, magdalenas, tarta y cuajada de castañas). El menú del día estaba entorno a los 13 €.

Los castaños fueron introducidos por los romanos y se han convertido en uno de los símbolos de la zona, como curiosidad hay una norma en las Médulas, y es que está prohibida la recogida de castañas por gente que no se dedique exclusivamente a ello ¡cuidado!.

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