Hablar de México 1970 es hablar del que es posiblemente uno de los mejores Mundiales de la historia sino el mejor. Porque pocas veces un campeonato puede reunir figuras de la talla de Pelé, Tostao, Beckenbauer, Rivera, Cubillas, Banks, Müller, contar con partidos de ensueño y acabar con la coronación de una de las mejores selecciones de todos los tiempos.
México 1970, uno de los mejores mundiales de la historia
Sí, Brasil ganó, pero durante tres semanas los aficionados aztecas presenciaron la mayor de las fiestas futbolísticas contempladas hasta entonces. Y encima, los que no estuvieron, tuvieron la suerte de poder verlo por televisión en color, por primera vez en la historia. En total, participaron 16 selecciones, donde no estuvieron España, Francia o Argentina pero sí El Salvador, clasificada en un dramático partido de desempate ante Honduras que propició la llamada Guerra del Fútbol entre ambos países y más de 2000 muertos.
Los 16 equipos quedaron encuadrados en cuatro grupos en los que no hubo sorpresas y donde lo más destacado vino de la mano del portero inglés Gordon Banks, que nos dejó para el recuerdo en un Brasil-Inglaterra una parada prodigiosa a un cabezazo de Pelé, quien acabó la primera fase con tres goles.
Los cambios que trajo México 1970
Fue un Mundial de novedades. Por primera vez, la pelota era blanca y negra dejando su habitual tono marrón. Hubo una mascota llamada Juanio. Por primera vez se pudieron hacer cambios y por primera ocasión también, hubo tarjetas amarillas y rojas, si bien el torneo acabó sin ningún expulsado convirtiéndose en el Mundial del juego limpio.
Curiosidades al margen, el solomillo del campeonato vino a partir de los cuartos de final. Brasil apeó por 4-2 a Perú de la mano de un gran Pelé, quien no obstante contempló como Teófilo Cubillas por momentos llegaba a superarle debido a su enorme clase. Los brasileños lograron pese a todo llegar al penúltimo partido donde le esperaban los uruguayos, que vencieron 1-0 a la URSS.
La otra semifinal la confeccionaron Italia y Alemania. Los transalpinos se deshicieron de México, por primera vez, cuartofinalista y los alemanes de los ingleses, hito sin precedentes que servía de venganza de muchas afrentas, entre ellas, la final del Mundial de 1966. “Nadie dude de nuestra victoria, porque Alemania nunca nos ganó, ni en fútbol ni en la guerra”. Palabras pronunciadas por el seleccionador inglés que se las llevó el viento.
Aquella Brasil del 70
Las semifinales dejaron partidos que jamás se olvidarán. Brasil venció a Uruguay por 3-1 después de un partido más apretado de lo que indica el marcador y donde lo más notable fue la famosa acción de Pelé quien con un quiebro sin balón engañó al portero y a puerta vacía falló lo que era un gol cantado. Brasil era una selección moderna. Zagallo había heredado de Saldanha (echado un año antes por llamar miope a Pelé y decir que tenía problemas de cadera) un equipo hecho que apenas tenía fisuras.
Aunque si el Brasil-Uruguay nos dejó momentos imborrables, la otras semifinal nos dejó 120 minutos inolvidables. Ganó Italia 4-3, pero a nadie se le escapa que el 17 de junio de 1970, el Estadio Azteca tuvo la suerte de contemplar lo que ha sido el mejor partido de la historia del fútbol. Un combate intenso entre dos potencias, lleno de alternativas, con Beckenbauer lesionado (célebre es su imagen con el brazo en cabestrillo) que acabó del lado italiano gracias a un gol de Rivera a falta de nueve minutos para acabar la prórroga.
Ya en la final, Brasil ganaría por un claro 4-1 dejando su gol perfecto como claro exponente de lo que fue aquella selección repleta de talento. Toque, precisión, cambio constante de posiciones y una hornada de futbolistas donde Pelé ponía el gol y el talento, y Tostao, Jairzinho, Rivellino o Carlos Alberto eran los mejores complementos en la Brasil del 70 para la que seguramente fue la mejor selección de la historia y que por primera vez obtenía la copa Jules Rimet, en propiedad.