Muchos de vosotros ya habéis disfrutado del primer chapuzón de la temporada -la climatología lo ha permitido en fechas anteriores a las de otros años-. Algunos lo habréis hecho en las piscinas municipales (ya abiertas en varias comunidades), en las playas durante las vacaciones de Semana Santa o en escapadas a la costa durante los puentes festivos, y otros, con suerte, en vuestras piscinas privadas.
El baño es la mejor manera de inaugurar la llegada del buen tiempo y del ocio a tope. Pero quizás no podáis -o queda tiempo por delante para que lo hagáis- trasladaros a las magníficas playas de nuestro litoral o de nuestras islas. Hay estupendas alternativas para refrescarse, nadar y disfrutar: las piscinas y pozas naturales del interior de la península. No están todas las que son..., pero las que os proponemos son una maravilla. Empezamos por el centro.
Chapuzones muy reconfortantes
Una de las ventajas de estas zonas de baño de interior, en plena naturaleza, es que os podéis proteger del potente sol bajo zonas arboladas, estupendas también para realizar una comida o merienda campestre.
Las Presillas del río Lozoya (Madrid)
Aunque la Comunidad de Madrid cuenta con 'playa' galardonada, la de la Virgen de la Nueva, en el Pantano de San Juan, a unos 80 kilómetros de la capital, en el municipio de Rascafría, en las presas del río Lozoya, se encuentras las tres piscinas naturales de Las Presillas, perfectamente acondicionadas para el baño. La zona ideal cuenta, además de amplios espacios verdes y aparcamiento. El agua está fría, como bien indica el nombre del pueblo, pero las vistas al Pico Peñalara bienmerecen el gozoso 'sacrificio'. Se encuentra en la carretera M-604, muy cerca del Monasterio de El Paular, que podéis visitar antes o después de la jornada de baño y relax (la entrada es de 5 euros) y el horario de tarde, de lunes a domingo, es de 16:00 a 19:00.
Si preferís un lugar más tranquilo, solo 5 kilómetros está la cascada del Arroyo del Aguilón, más conocida como la Cascada del Purgatorio, que cuenta con dos impresionantes saltos de agua.
Arenas de San Pedro (Ávila)
Nos trasladamos a la Comunidad de Castilla y León. ¿Quién no admirar la Sierra de Gredos? Allí, cerca de la localidad abulense de Arenas de San Pedro, una pequeña presa retiene el agua del río Arenal formando dos piscinas naturales divididas por un puente. Están muy bien acondicionadas y sus aguas son cristalinas. El lugar es muy seguro para los niños. Disponen de escalerillas, trampolín, duchas, césped, restaurante y aparcamiento. Se accede a él desde la carretera del Hornillo (AV-P-711).
Siguiendo el cauce del río hacia su origen en la montaña, también os podéis dar un refrescante chapuzón (en aguas frías, os avisamos). Es un entorno de gran belleza natural, con destacados parajes. Porque si disponéis de más tiempo (por ejemplo, un fin de semana entero en el que quedaros en la zona) una magnífica sugerencia es visitar las Cuevas del Águila.
Las Chorreras del río Cabriel (Cuenca)
Nos ponemos en marcha para disfrutar de las cascadas, saltos de agua y pozas del curso del río Cabriel y partiendo de embalse de Villora terminar en una playa fluvial, Las Chorreras, en el pueblo conquense de Enguídanos -a una hora de Cuenca-. El paisaje es espectacular y dicen que sus aguas son las de mayor calidad de todo el continente. Desde 2019 el lugar está reconocido como Monumento Natural.
El plan es estupendo para una excursión y para celebrar una comida o merienda. Eso sí, ante tanta belleza, hay unas normas. Los coches se deben estacionar en Enguídanos -el camino se puede hacer luego a pie o en autobús- y para acceder al recinto solo se permite una mochila por persona. Hay que tener mucho cuidado, sobre todo con los niños, que se pueden refrescar en las zonas menos profundas de las pozas y calzados con zapatillas de goma o cangrejeras (el peligro está en las resbaladizas piedras).
El recorrido es de 5 kilómetros con un descenso total de algo más de 120 metros, atravesado por puentes de piedra. Os podéis parar a comer el 'bocata' donde queráis porque cualquier tramo es de una belleza (y un sonido) impresionante.
Fuentes del Algar (Alicante)
Aunque la Comunidad levantina puede presumir (y mucho) de estupendas playas, los lugares de interior para disfrutar del agua y la naturaleza son una buenísima alternativa. Es el caso de las Fuentes del Algar (cueva en árabe), que están situadas a 3 kilómetros del centro urbano de la alicantina Callosa de Ensarriá, en dirección a Bolulla y Tárbena, y a 15 kilómetros de la localidad costera de Benidorm.
Estas piscinas naturales se enmarcan en una zona húmeda protegida desde 2002 y ofrecen un bello ejemplo de la erosión del agua; en este caso del río Algar, en la roca caliza. Cuentan con varios servicios turísticos, incluida una visita guiada por las pozas, rutas de senderismo y un parque temático cercano con figuras robóticas de dinosaurios. Para poder disfrutar de las piscinas es necesario pagar entrada: 5 euros los adultos y 2 euros los niños. Durante el verano la mayor parte del caudal procede del embalse de Guadalest.
La visita guiada, con cascadas y embalses a través de desfiladeros y con vegetación mediterránea, consiste en un circuito de 1,5 kilómetros a lo largo del cauce del río Algar, en el que disfrutar del paisaje fruto del modelado kárstico de la roca caliza.
Piscinas naturales de Pou Clar d'Ontinyent (Valencia)
En el nacimiento del río Clariano, en la localidad valenciana d'Ontinyent, y en sus primeros metros os encontraréis con un recorrido de pozos excavados por el agua sobre roca calcárea conformando un paisaje singular de formas redondeadas y de tranquilas láminas de agua. La fuerte vinculación de este paraje con la población local ha hecho que cada pozo tenga un nombre.
No se puede acceder con animales en temporada alta ni con utensilios y botellas de cristal. Tampoco comer (entre las 13:00 y 16:00) o hacer picnic en el lugar. Pero sí podréis hacerlo en el área recreativa (muy cercana) de Galindo. Desde el Pou dels Cavalls, en la parte inferior del paraje, bajando unas escaleras llegaréis a la pineda de Galindo, una zona con mesas bajo pinos y con dos hornos de cal con agua potable donde merendar o comer.
También de agua salada
El agua salada es beneficiosa para la piel, ya que evita su sequedad, mantiene a raya el enrojecimiento de los ojos -al no utilizarse cloro-, ayuda a eliminar toxinas y mejora la circulación sanguínea. Por otro lado, actúa contra el insomnio y el estrés. Os recomendamos algunas de acceso público en el interior de la península.
Salinar de Naval (Huesca)Este valorado complejo -en 2009 fueron reconocidos sus beneficios minero-medicinales por el Departamento de Industria, Comercio y Turismo- está situado en la comarca de Somontano, a 30 kilómetros de Barbastro. El recinto cuenta con cinco piscinas; tres de poca profundidad y dos de 2 metros de profundidad. Su grado de flotación es casi similar al del Mar Muerto.
El efecto de la sal, al salir del agua, tiene propiedades exfoliantes a poco que frotemos nuestra piel. Después del baño os podéis dar una ducha de agua dulce -en los amplios vestuarios- que os hará sentiros relajados. Para disfrutar del descanso, hay disponibles hamacas y sillas para el sol y también carpas (éstas de alquiler). Además de merendero para preparar un picnic, en el restaurante Lo Salinar ofrecen menús de diez platos primeros y diez segundos para elegir y postre. Y, por si faltaba algo, en la tienda se pueden adquirir sales de baño (y también de cocina).
El complejo está abierto todos los días, de 10:00 a 20:00 (hasta mediados de septiembre). El precio es de 7 euros, 5 euros si se trata de grupos de a partir de 15 personas. Teléfono: 974 99 00 57.
Poza de agua salada (Estella, Navarra).
Junto al río Ega, esta antigua playita fluvial, hoy convertida en piscina de agua salada, tiene su origen hace millones de años, cuando el mar se retiró de Navarra y se transformó en un manantial en el que la evaporación del agua lo convirtió en depósito de sales y arcillas y también minerales con efectos saludables. Se trata en realidad de un balneario natural entre montañas, en el que actualmente la protagonista es una piscina de agua salada de 30 metros cuadrados con una temperatura constante -durante todo el año- de 17º. El acceso es libre y gratuito, y sus beneficios para la salud son innumerables. Hay valientes que se meten en sus aguas durante el invierno. Pero ahora todos tenemos ganas de disfrutarlo para paliar el calor.