10. Now Apocalypse (Starz)
La serie creada por Gregg Araki, autor de culto e impulsor del queer cinema de los 90, puede que no sea la mejor ficción del año pero sí una de las más refrescantes. La vida de un grupo de jóvenes que persiguen sus sueños en Los Ángeles mientras que una raza de alienígenas llega a la tierra con intención de violar mendigos (?) está narrada con un estilo 100% Araki: deslenguada, divertida y muy homoerótica. Una pena que no haya sido renovada, tendremos que volver al porno tradicional.
9. The OA (Netflix)
Otra cancelación dolorosa: la obra ideada por Brit Marling y Zal Batmanglij finalizaba inesperadamente con una segunda temporada más innovadora que la primera, en la que mezcla sin ningún tapujo viajes espacio-temporales, reflexiones metafísicas, comunicación con la naturaleza y a Paz Vega. Una de las series más libres de la década, con uno de los momentos más WTF del año (el que ilustra este artículo). Ojalá les concedan un capítulo de cierre en el que puedan desarrollar las ideas presentadas en el último episodio.
8. Foodie Love (HBO)
Isabel Coixet desatada: sentimientos desmesurados, personajes que los expresan mirando a cámara, heladeras filósofas, japonesas que bailan antes de preparar ramen, referencias cinéfilas y literarias, guiños a su propia filmografía...Todo esto condensado 8 capítulos de menos de 30 minutos de duración. Podría haber sido un desastre pero, afortunadamente, funciona de maravilla y contiene algunos capítulos tan redondos como el ambientado en Roma. La química entre Guillermo Pfening y Laia Costa y la delicadeza con la que está filmada la evolución de su relación hacen de esta serie una de las delicatessen del año.
7. Vida Perfecta (Movistar)
La polémica por el despido de Aina Clotet quedó en un segundo plano por las excelentes críticas que Leticia Dolera recibió en su estreno seriéfilo. Dolera vuelve a tratar el tema principal de su debut cinematográfico Requisitos para ser una persona normal: la diferencia entre lo que se espera de nosotros y lo que de verdad queremos, y cómo gestionamos esas expectativas. Lo hace dejando el tono naif de la película, teniendo como referencia a series como Transparent y a través de la perspectiva de tres mujeres protagonistas, tan diferentes como reconocibles. Esperamos con ansia ver como avanzarán sus vidas en la segunda temporada, ya confirmada.
6. Tuca y Bertie (Netflix)
Creada por Lisa Hanawalt, una de las productoras de BoJack Horseman, que también podría estar en esta lista. Al igual que en aquella, esta animación para adultos nos muestra un mundo de seres zoomorfos con emociones tan humanas como la ansiedad o la depresión. Una comedia protagonizada por dos amigas con personalidades muy diferentes que viven en el mismo edificio. Conseguirá que llores de risa y de tristeza, muchas veces casi a la vez.
5. Euphoria (HBO)
Otro drama de adolescentes en un instituto americano, pero muy diferente a todo lo que habíamos visto. Sam Levinson quería relatar su experiencia como joven enganchado a las drogas representándose en el personaje de Zendaya, una de las actrices con más carisma de su generación e incomprensiblemente olvidad en la temporada de premios. Al igual que en su película Nación salvaje, la trama está contada con un montaje adrenalínico, planos imposibles y unos personajes siempre al límite. Personajes con una visión de su sexualidad, su físico y sus relaciones completamente por encima de las convenciones sociales. Si la Generación Z es realmente como muestra Euphoria no nos queda claro si respirar aliviados o echarnos a temblar.
4. Paquita Salas (Netflix)
Nos sorprendieron con la primera temporada, la segunda fue un tanto decepcionante y con esta tercera queda confirmado el talento de los Javis como creadores. Nos ofrece todo lo que esperábamos de ella (material para memes, referencias al espectáculo patrio, ternura...) y más. Volvemos a Navarrete, donde siempre suceden los mejores capítulos; confirmamos el don de Belén Cuesta para la comedia (uf, Samur) y asistimos un cierre muy meta, con un monólogo que nos dejó con los ojos abiertos y ganas de aplaudir a la pantalla.
3. Years and years (HBO)
La ficción británica que nos dejó a todos con el corazón en un puño al retratar de manera tan directa como pesimista el futuro que nos espera. La crisis económica y tecnológica, la división de clases sociales o el apogeo de las fronteras, todo está retratado en este tratado post-Brexit con uno de los personajes más terroríficos de la temporada: la política interpretada por Emma Thompson, con unos métodos que nos recuerdan demasiado a varios líderes actuales. Una serie tan incisiva como necesaria.
2. Fleabag (Amazon)
En el primer capítulo de esta segunda temporada, la protagonista aparece en el baño de un restaurante caro, mirando a cámara con la nariz ensangrentada y diciendo "Esto es una historia de amor". Después viene un flashback que nos descubre como ha llegado hasta ahí: una cena familiar que es un verdadero encaje de bolillos de guion, en el que retrata perfectamente a unos personajes llenos de unos resentimientos que los acompañarán en los siguientes capítulos. Phoebe Waller-Bridge ha ganado todos los Emmys habidos y por haber gracias a esta magnífica temporada, que la confirma como una de las escritoras más mordaces, oscuras e inteligentes de la actualidad. Para el recuerdo nos queda su enamoramiento del cura sexy y como rompe la cuarta pared para acercarse a los espectadores y a ella misma. Finalmente sí era una historia de amor.
1. Watchmen (HBO)
Adaptar el comic de Alan Moore es una tarea titánica. Plasmar toda la complejidad de la obra, los múltiples formatos que utiliza en la escritura y toda la carga social y política que hay en sus historias parece casi imposible. Zack Snyder ya lo intentó con una película en 2009 con un resultado un poco tibio. Para su adaptación televisiva, Damon Lindelof no ha realizado una nueva reproducción de la historia original, sino una ampliación. Una especie de secuela que nos lleva hasta la actualidad, a una sociedad posterior a los hechos narrados en el comic en la que los policías deben ir enmascarados para proteger su identidad y en el que el auge del supremacismo blanco es el mayor problema al que se enfrenta EE.UU. Al alejarse del material de las viñetas, Lindelof ha hecho la mejor adaptación posible, casi un homenaje, que muestra un respeto máximo hacia la obra original.