Aunque la primera noche al comenzar este viaje dormimos en Villarcayo, no conocimos bien esta población. Nuestro objetivo entonces varios bellos rincones del norte de Burgos que tienen pequeñas dimensiones. Pueblos, ¡benditos pueblos! de arquitectura tradicional, paisaje kárstico y singular, arropados en estos días por colores otoñales. Se encuadran en la zona de Las Merindades, antaño corazón del condado Castilla y hoy refugio del pasado y de la calma para habitantes y viajeros. Puentedey, Ojo Güareña, Orbaneja del Castillo y Valdelateja fueron los pueblos que nos dio tiempo a visitar y protagonistas de las líneas que siguen.Una de las cosas que más me gusta de viajar es que me resulta fácil desconectar y cambiar mi realidad. Por eso, el primer día siempre me parece mágico. Pueden pasar pocas horas y me da la sensación que llevo ya días fuera, paseando y recorriendo nuevos lugares que me dan aires nuevos. Una gozada que reforzó el encanto de los sitios que conocimos.
Empezando la ruta en Puentedey
Nuestra puerta a Las Merindades fue el pueblo de Puentedey. Es uno de los más pequeños que visitamos, pero nos encantó. El precioso paisaje en el que se encuadra tiene la mayor parte de la culpa. Cerca del puente se encuentra su mayor peculiaridad: un gran túnel natural formado bajo la tierra que da aposento a las casas del centro del pueblo. Se puede pasear por la orilla del río que discurre también por este lugar y disfrutar de la naturaleza en su esplendor. Desde este punto divisamos un mirador en lo alto, al que después nos dirigimos.
Para llegar, hay que tomar un camino, al que llegamos preguntado. La gente fue muy amable y nosotros, acostumbrados a esa cercanía de la gente de pueblo, nos sentimos como en casa. No pudimos aparcar con facilidad por lo estrecho de la carretera, pero nos dijeron que dejáramos el coche en mitad de la vía. Fuimos entonces a hacernos fotos a aquel bonito mirador (¡con preciosas vistas!) y después, ley de Murphy, uno de los vecinos vino a avisarnos que cortábamos el paso a un tractor.
Ojo Güareña: un lugar único
Cuando busqué información sobre lugares donde pasar tres días en España y valoré ir a Burgos, el lugar que me hizo decidirme por esta opción fue Ojo Güareña. Un rincón único que hace que personas que fijan su atención en las curiosidades, como yo, no duden en hacer una escapada solo por ellas. Y cumplió todas mis expectativas: es un lugar curioso, diferente, precioso e interesante. ¡Soy una verdadera amante de estos lugares y este viaje sirvió para darme aún más cuenta!
Además del segundo mayor recorrido kárstico de cuevas en toda España y situado entre los diez más grandes de todo el mundo, este lugar es una maravilla para la vista. Especialmente por la Ermita de San Bernabé incrustada en la roca y el interior de esta, huella también del pasado y de la necesidad de expresar gráficamente las creencias. Me sorprendió mucho, ya que no había visto demasiadas de este estilo en España, aunque sí Turquía, por ejemplo. No me cansaba de hacerle fotos y me dio pena cuando nos fuimos; no poder seguir mirando, ya que me produjo verdadera fascinación.
La Ermita de San Bernabé data del siglo XVIII y no se conoce al autor de las pinturas. De lo que no hay duda es de que son bonitas y están perfectamente conservadas. En la cabecera, están las representaciones de San Tirso y San Bernabé. Los diez milagros obrados por el primero de ellos están pintados en sus paredes, cuya figura en realidad era más importante. No obstante, se conoce por el segundo de los santos ya que su día era más apropiado para realizar la romería, que tiene lugar en junio.Además de la ermita, se puede visitar la cueva, pero nosotros llegamos un poco justos y no queríamos esperar -el precio es de cuatro euros-. Sí pudimos sin embargo entrar a la ermita, que incluye un guía en la entrada.
Orbaneja del Castillo: la joya de la zona
Me resultó curioso no haber descubierto mucha información de Orbaneja del Castillo antes de visitarla. Cuando llegas al pueblo, puedes intuir pronto su éxito: hay dos aparcamientos bastante grandes llenos de coches. Luego lo comprobaríamos: quizás haya sido el lugar más pequeño que he visto nunca con tanto turismo. Sin duda, es bastante popular.
Sus puntos fuertes son una cascada preciosa que hay a la entrada del pueblo, tan curiosamente formada que parece obra del hombre; su disposición en altura, encaramada en un alto; el paisaje kárstico de fondo, a veces haciendo incluso grandes agujeros en la roca; y sus rincones con encanto, formados por sus casas de piedra y puentes o pequeñas zonas verdes. La verdad es que su belleza, razón por la que es tan conocida, es innegable.
Para ver como tal no tiene nada especial, pero se puede recorrer sus calles e ir fijándose en los preciosos rincones que tiene y en el entorno. Si os pilla a mitad del día y queréis comer, es necesario que reservéis con bastante antelación. Nosotros no fuimos previsores y finalmente optamos por comprar algo en una tienda y comer en la parte central del pueblo. Menos mal que hacía buen día…Nuestra última parada: Valdelateja
Valdelateja fue el último pueblo que visitamos. Quizás menos curioso que los anteriores, sus construcciones están “salpicadas” por el territorio y lo más interesante es la naturaleza que las cubre. Dimos un paseo tranquilo, descartando las rutas que partían del pueblo (Siero y Castrosiero son las más interesantes) y disfrutando del final del día antes de ir definitivamente a descansar para continuar al día siguiente.
Nos encantó la jornada y aunque nos quedaron por ver otros pueblos del norte de Burgos a los que teníamos muchas ganas (Frías sobre todo) o pudimos parar más tiempo en Villarcayo o Medina de Pomar, el tiempo fue el que fue y ¡así nos quedaron ganas de volver! Desde luego, me gustaría hacerlo algún día.