Revista Boda
Mi consejo si decidís que haya niños en la boda, es que no preparéis una mesa infantil. Ya sé que puede no ser muy popular, pero es una de las primeras cosas que se aprenden cuando se organiza una boda.
Siempre sugiero que los niños están sentados con sus progenitores, a ser posible entre ambos. Eso es incómodo para los padres porque no les permite disfrutar al cien por cien de la comida, pero es importante a la hora de facilitar el trabajo del personal de sala y de garantizar la tranquilidad del resto de los invitados.
Por supuesto, eso no significa quitarles libertad y diversión a los peques, todo es cuestíón de administrar su energía.
A continuación te doy mis motivos y formas interesantes de suplir la mesa infantil:
Mis razones
La primera de todas es que los padres son los responsables de sus retoños y son los que deben encargarse de su supervisión, al menos mientras están en la mesa y/o el resto de los invitados se levanten. El resto de los asistentes (y los propios novios) no tienen la obligación de cuidar de los peques de otros. Si los padres quieren un verdadero rato de novios, despreocupándose de los niños, lo lógico es buscar a una canguro que se quede con ellos ese día. Otra opción es que algún familar o amigo generoso se brinde a esa labor durante la boda.
Cuando los niños están sólos y sin supervisión, acaban desmandándose. Todos hemos sido niños alguna vez y sabemos que cuando llegaba Navidad o alguna celebración familiar y nos dejaban una mesa para nosotros sólos... la cosa se ponía interesante. Y eso está muy bien cuando se trata de una comida con los abuelos o un cumpleaños infantil, pero no es lo más adecuado para una boda. Los niños tienen que divertirse y ejercer como niños, pero los adultos también tienen que poder disfrutar del banquete. El secreto está en una entente cordiale entre los intereses de todos.
Los peques cuando están muy excitados porque están con otros niños y se sienten libres, no comen lo suficiente... o se atiborran. Como no tienen a un adulto cerca, harán lo que hacen los peques sin vigilancia, lo que les pide el cuerpo. Y el cubierto de los peques se paga para que lo disfruten, no para que se queden con hambre o acaben empachados.
Se levantarán antes de tiempo y acabarán correteando por el salón, impidiendo que los camareros hagan su trabajo. Si están sentados con sus padres, aunque les den permiso para levantarse de la mesa antes de finalice la comida para ir a jugar, siempre estarán más tiempo su sitio, facilitando el trabajo del personal y la tranquilidad de otros invitados.
Alternativas y soluciones
Todo esto que he comentado, no quiere decir que los niños no se diviertan y que se piense en ellos. Para eso hay varias formas de suplir o encauzar la mesa infantil:
Preparar alguna actividad sólo para ellos durante el cóctel. Que se diviertan y dejen parte de esa energía en algo puramente infantil. Una ginkana, por ejemplo, sería ideal. Eso hará que cuando se sienten a la mesa estén más dispuestos a quedarse quietos durante un tiempo, aunque sólo sea para contar a las personas con las que comparten mesa las cosas interesantes que han hecho antes (con pelos y señales, of course).
Colocar en cada puesto de mesa infantil algo que les guste y les entretenga: un cuaderno para colorear, una libreta para que dibujen a los novios y luego hacer un concurso de pintura, un puzzle, un juego de ingenio, una cámara desechable para que hagan fotos de los comensales... Eso les mantendrá entretenidos una parte de la comida o cena. Y les encantará.
Colocar su nombre también en su puesto de mesa, como si de un adulto se tratase, con su correspondiente tarjetita. A los peques les encanta y les inspirará para ser más responsables. Y pídele a los camareros que también les traten como a personitas mayores, que se sientan importantes. Parece mentira, pero es un truco para que los chiquitines se porten mucho mejor... y que funciona.
Preparar una animación para cuando ellos terminen de comer: magia, animadores, juegos tradicionales, un castillo hinchable, karaoke, globoflexia... La mejor opción es preparar una sala fuera del recinto principal, donde ellos se puedan divertir a sus anchas (pero con seguridad), dejando a sus padres disfrutar un rato como adultos.
Si no quieres renunciar a poner una mesa para los niños, mi consejo es que contrates a un cuidador que se encargue de ellos, desde que lleguen al salón y hasta que os vayáis. Que se siente con ellos en la mesa y que ocupe de que coman, que les prepare juegos, que se les lleve de exploración por los jardines... Es una inversion que todos los invitados agradecerán, sobre todo los peques.
Un consejo plus: cuidado con las chuches. Está bien regalarles una cajita o un cucurucho con dulces, pero el azúcar les vuelve (demasiado) activos, por lo que hay que controlar las cantidades o alternar golosinas con y sin azúcar.
Y ahora, mesas infantiles sí o mesas infatiles no, es tu decisión.
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