Hoy nos toca conocer una realidad un pelín macabra que se dio en muchos cafés y establecimientos de Madrid sin que muchos de sus clientes la conocieran, el verdadero origen de sus mesas.
¿Qué cara se os quedaría si estuvieseis tomando un café o unas cañas en un local y os dijeran que la mesa, en torno a la cuál estáis sentados, hubiese sido utilizada anteriormente como lápida? Imagino que a más de uno se le atragantaría la consumición pero este "reciclaje" de lápidas fue muy común en Madrid hace algún tiempo.
Para encontrar al artífice de este fenómeno vamos a poner rumbo a la Plaza de Manuel Becerra. Allí, paralela a la Calle del Doctor Esquerdo y cercana a la estación de Metro de O´Donell transcurre la discreta Calle de Antonio Toledano, este personaje fue el culpable de que durante varias décadas miles de madrileños se reuniesen y charlasen alrededor de lápidas, aunque casi siempre, desconocedores de este macabro asunto.
El tal Antonio Toledano montó un negocio de compra-venta de lápidas que consistía en adquirir las lápidas que ya hubiesen quedado en desuso o abandonadas para hacer planchas de mármol con las que montar mesas que posteriormente vendía a cafés o tabernas, después de una intensa sesión de pulido, claro está. El problema es que, en algunas ocasiones este proceso de borrado no se realizaba con el énfasis necesario, pensando que al dejar las inscripciones o epitafios en la parte inferior de la mesa, nadie se daría cuenta... Pero claro, al final alguien siempre termina por mirar donde no debe, bastaba con que algún cliente se agachase a recoger algún objeto caído en el suelo y que lanzase una simple ojeada a la mesa. Es en ese momento en el que se iba a encontrar la tétrica sorpresa, algún epitafio o inscripción capaz de dejar blanco a cualquiera. ¡La mesa con la que compartía charla y consumición era en realidad una lápida! Intuyo que muchos no tardarían demasiado en pedir la cuenta ante tal descubrimiento.
Esta macabra costumbre se extendió durante la postguerra cuando ante la escasez de mármol de Carrara se reutilizó este material para darle diferentes usos en tiendas y otro tipo de negocios. La próxima vez que estéis tomando algo en un café/taberna tradicional de Madrid, si os queréis evitar sustos ni se os ocurra mirar la parte inferior de la mesa, quedáis avisados.
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