Revista Política
Poco después de su deslumbrante aparición en las pasadas elecciones presidenciales, Sarah Palin entró en una depresión, cercada por las críticas vertidas en los medios de comunicación y las dudas sobre su capacidad para el puesto al que aspiraba. Su equipo de asesores, desesperado, recurrió a Joe Lieberman con la esperanza de que éste la ayudara a salir del bache.
Lieberman le aconsejó que se preguntara por qué había llegado a la candidatura de McCain. “Joe -respondió-, no puedo imaginar ninguna otra razón para estar aquí excepto que estaba destinada a ello”. Y es que sólo el destino puede explicar que Sarah Palin sea ahora la figura más popular de los republicanos.
La suya es la historia de cómo hacer creíble una estrella vacía. El secreto está en las fichas. Así es cómo el equipo de campaña de McCain logró modelar a Palin. No sabía nada. En una de las primeras sesiones posteriores al anuncio de su candidatura a la vicepresidencia de EEUU, descubrió La Guerra Civil española y cómo después estallaron la Primera y Segunda Guerra Mundial, seguidas de la Guerra Fría.
Su equipo de asesores se afanaba en explicarle que Saddam Hussein no atacó Estados Unidos el 11-S. También desconocía Palin las funciones del FBI ni llegaba a entender por qué Corea del Norte y Corea del Sur eran países separados. “Ojalá hubiera prestado más atención a este tipo de cosas”, exclamaba tras el torrente de información asimilado.
Dos años después es la bandera del pujante movimiento del Tea Party, cuyo radicalismo está arrinconando al Partido Republicano a la derecha más reaccionaria. El Tea Party ha logrado la victoria en las primarias de seis de sus candidatos al Senado. La virulencia del movimiento conservador amenaza con alterar el difícil equilibrio bipartidista en Washington y llegar incluso a bloquear la gobernabilidad del país durante años.
Mientras tanto, Sarah Palin impulsa su estrella de la mano de un discurso fanático, racista, nacionalista y fuertemente populista, aunque desprovisto -aún- del componente de la violencia. 2012 está en el horizonte de Palin.