Hay personas que si apoyan una causa parece que la hacen más honorable, y Amancio Prada, el cantor de poetas y cantautor admirado especialmente por los progresistas, ha defendido al derechista exalcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, condenado por acoso sexual.
En una carta abierta, leída este fin de semana en un homenaje a Álvarez de sus paisanos, Amancio Prada dijo que era buen alcalde, buena persona y que no creía que hubiera acosado sexualmente a Nevenka Fernández, la exconcejal que lo denunció y consiguió su condena.
Mucha otra gente tampoco cree que Ismael hubiera cometido el delito, y confía en su apelación al Tribunal Supremo.
“La mayoría de los hombres en el poder se vuelven malos”, decía Platón. La sentencia es aplicable a quienes ejercen el nepotismo, como aquí, por una atracción sexual, que, al enfriarse, pudo provocarle persecución laboral de la exprotegida.
Porque está claro que, siendo amantes, Álvarez patrocinó e impulsó a Nevenka hacia una carrera política fácil.
Adaptando la máxima platónica a la chica, resultaría que “algunas mujeres que quieren alcanzar el poder se vuelven malas”: prosperan gracias a hombres venales, corrompidos o corruptibles, para ascender y crear, así, una simbiosis de sinvergüenzas.
Amancio Prada no cree que Álvarez sea acosador; pero debería haberlo denunciado por nepotismo, por su arbitrariedad de poderoso y por la explotación de su cargo para promocionar carreras profesionales a cambio de sexo.
Y porque esta historia debería ser ejemplarizante: hay demasiado nepotismo sin denunciar.