Las mujeres de mi Vida, mis salvadoras y mis asesinas. La madre que me parió, la que me abandonó y la que me casó. La hermana que me sostuvo, la hermana que me abrigó. Todas me forman, todas me respiran, todas me alimentan, todas me secan, todas me lloran, todas me ríen, todas me abrazan, todas me dañan, todas me sanan, todas me aman, a todas ellas AMO.
Las mujeres que me robaron el corazón sin permiso y a las que se lo arranqué yo. Las que mojaron mis sábanas en sueños y a las que empapé su realidad sin pudor. Las infieles que me cazaron y a las que engañé sin honor. Las que desvirgaron mi inocencia y a las que manché de dolor.
A las que me pidieron un beso y les giré la cara. A las que acaricié los labios y se deshicieron en mí y al segundo, de mí. A las que me penetraron hasta la médula sin ni siquiera rozarme el Alma y a las que con tan solo una mirada se tatuaron de por vida en mis entrañas. A las que apasioné en un arrebato y a las que me arrebataron la pasión de un latigazo.
¿Qué sería de mi cuerpo sin sus dedos dibujando mis jadeos, sin sus bocas retorciendo mis devaneos y sin sus lenguas elevándome a los cielos?
Las que me amaron sin yo saberlo y a las que amé en secreto. Las que me cobraron en especies extinguidas y a las que pagué con las deudas del rencor. Las que jugaron mi propia partida y la ganaron y a las que les comí las fichas sin todavía haber empezado. Las que me llevaron al huerto de su matrimonio y a las que rompí los moldes de su palacio atrincherado. Las que dispararon directas a “un polvo y nada más” y a las que quise sacarles el brillo y me chuparon la sangre de los bolsillos sin dejarme ni una gota por la que llorar.
Entre sus piernas y las mías, hay un vacío que no tiene cabida, por mucho que nos empeñemos en meternos nuestros salvadidas, por mucho lubricante con el que envolvamos nuestras groserías. Nada puede llenarlo, nadie puede ocuparlo. Sólo el silencio que nos habita se posa en él. Sólo el viento que nos agita es capaz de llevarse de un plumazo cada una de nuestras heridas. Si no te abres… nada te entrará. Si no te cierras a tiempo, todo se correrá… hacia ningún lugar.
Las lunas que me crecen los poderes, las que menguan mis sonrisas, las que innovan mis fantasías y las que llenan mi guarida. Las que le dan cuerda a mi rebeldía, las que enloquecen mis santunerías. Las que me estrellan en sus aposentos dejando al desnudo mis fechorías. Las que constelan a mi favor para que me arrodille ante sus más absolutas cercanías. Las que se fugan con mis compromisos. Las que me esposan a sus caprichos.
Sus piedras, que son las mías, tropiezan con nuestros deseos de ser poseídas por un AMOR infinito y eterno que jamás se recuerda porque jamás se olvida… Cuando ella se cae, yo me levanto. Cuando yo me levanto, ella se atraganta. No hay ti sin mi, ni mi sin ti. No hay fronteras entre nuestros pensamientos ni papeles en blanco entre nuestros sueños. Lo que tú añoras yo te lo entrego. Lo que yo busco tú me lo encuentras.
Aquellas que me empujaron al abismo para que yo descubriera quién era. Aquellas que me abrigaron en mis noches más oscuras. Aquellas por las que me di tanto que me quedé sin nada. Aquellas a las que no di nada para sentirme algo. Aquellas que me dijeron que no podía para que averiguara que “si quiero, puedo”. Aquellas a las que prometí quedarme en la salud y en la enfermedad y les mentí, y me mentí…
Aquellas por las que me quedo sin saliva, sin habla, sin suspiros, sin lamentos y sin argumentos. Aquellas que me despojaron de mis miedos, que me enseñaron a seguir y sobretodo a saber parar, que me apagaron con un sólo “clic” mi identidad para que viera mi Luz brillar.
Las que me inundan de Sentimientos, las que me quitan la razón
“Las Mujeres de mi Vida,
las mujeres que Yo Soy”
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