Carola García-Calvo escribe sobre el papel de las mujeres en el DAESH, tras un texto de la organización que se refiere precisamente a los roles que deben desempeñar en la organización terrorista:
El argumento central del texto, que se construye sobre una inicial y exacerbada crítica a los valores de la sociedad occidental y su expansión alrededor del mundo (extendiendo una “cultura impura y el ateísmo entre los musulmanes”), no es otro que el papel intrínsecamente “sedentario” de la mujer, circunscribiéndose sus responsabilidades al interior del hogar, salvo en unas pocas circunstancias, perfectamente especificadas, en las que le está permitido abandonarlo: en el caso de estudiar teología, si su trabajo es el de médico o profesora y en el caso de que se proclamase una fatwa que la obligase a luchar en primera línea, debido a que la situación de la Umma fuese desesperada, “como hicieron las mujeres de Irak y Chechenia con gran tristeza”. Estas tres serían funciones secundarias de la mujer, pues el Creador estableció que no hay responsabilidad mayor para ella que la de ser la esposa de su marido. Por tanto, su función principal no es sino la de permanecer en casa con este y con sus hijos.
Nada implica que su situación haya variado. Pero sí es cierto que la campaña específica de marketing respecto de las mujeres en redes sociales ha dado sus frutos, como puede verse en las adolescentes que han viajado a Siria para ser “novias de la jihad”.