LAS MUJERES LOCAS QUE CONOCÍ
By: Max Palacios
A lo largo de mi vida he tenido la mala fortuna de conocer y relacionarme con mujeres locas, perturbadas y un tanto maquiavélicas y chantajistas. No me lamento ni me jacto de esto, solo trato de evidenciar un hecho. Y así como a mí, sé de buena fuente que muchos poetas y narradores han pasado por lo mismo. LLÁMENLE MALA SUERTE O MALDICIÓN. Lo cierto es que así ocurrió. Si no me creen les enumeraré un record de alguna de ellas, o mejor dicho, las acciones de algunas de ellas y me darán la razón:
1. Primera cita con “A”, llega al lugar y me dice: “HE VENIDO PARA DECIRTE QUE NO IBA A VENIR”. Se da media vuelta y se va. Loca de mierda, me digo, y regreso a mi casa a escribir.
2. Salía de mi trabajo y me encontré con “B” en la puerta, a la cual no veía hacía meses y no quería ver tampoco. Me puso una navaja en el lado derecho del abdomen y me dice: “O ME DAS UNOS MINUTOS O TE JODES CONMIGO”. No había elección, así que tuve que escuchar cháchara durante dos horas.
3. “C” escapo de su casa a medianoche noche para venirse a vivir conmigo y dejó una nota para sus padres en la mesa de noche: “HE PARTIDO A LA CLANDESTINIDAD CON MI NOVIO GUERRILLERO. NO ME BUSQUEN PORQUE NO ME ENCONTRARAN”. Su padre trabajaba en la DINCOTE (Dirección Nacional Contra el Terrorismo) y en pocos minutos me convertí en el terrorista más buscado del país.
4. Me encuentro con “D” en un recital de poesía y antes de terminar el recital, mientras la beso entre las últimas filas del lugar, me clava un tenedor y me dice al oído: “LO HAGO PARA SENTIR MÁS PLACER”.
5. “E” me dice: APAGA LA LUZ PARA QUE DESCUBRAS MI SECRETO”. Le obedezco y en la penumbra se saca una pierna ortopédica y la deja en mi mesa de noche.
6. “F” planea una cita conmigo después de mucha insistencia de su parte. Cuando llego al lugar, está sentada fumando un cigarrillo acompañada por su novio. “TE PRESENTO A MI NOVIO, MAÑANA VIAJA AL ESTADOS UNIDOS Y HOY DÍA LE VAMOS A HACER SU DESPEDIDA”.
La lista continúa, pero es solo la primera parte. No me negaran que algo desequilibrado había en la cabecitas de esas mujeres, ¿no?