Vamos a una reunión cualquiera, ya sea de lectura de la Biblia caliente o de macramé moderno, y llega una guapa y la ignoramos porque pensamos que como se debe de pasar el día maquillándose y mirándose a sí misma seguramente no tendrá nada interesante que decir, o sea, nada interesante como las cosas interesantes que se dicen cuando eres menos guapa, porque todas sabemos que las guapas no tienen cerebro ni alma, qué cojones. Nos cuentan algo de una vecina, amiga, ex amiga, cuñada, conocida, o lo que sea, y enseguida la juzgamos como si estuviéramos jugando a "bienvenidas a la Santa Inquisición, aquí tienes tu primer caso"... " es una guarra, que vergüenza, si ya se le veía a esa, se cree la ostia..." Nuestras lindezas para con la pobre juzgada son inmensas, para qué lo vamos a negar, si todas lo hemos hecho. Eso sí, que no nos lo hagan a nosotras, porque nos quitamos el tampón manchado, y se lo metemos en el café a la que sea, pues faltaría más... Nos comparamos de continuo con toda aquella que nos presentan o que se nos cruza en el camino, y le hacemos una radiografía completa para ver su altura, peso, pelo, ojos, ropa, estilo, maneras al andar y hablar, y luego la catalogamos en la categoría de " amenaza para mi", o "insiginificante a mi lado, potorras" . Ni siquiera le damos una oportunidad, para qué, nos han enseñado a compararnos para que estemos divididas y perdamos fuerza y así lo hacemos, qué listas somos, verdad? Luego nos quejamos de que nos arrinconan y acosan, a nosotras, que solo denostamos a las de nuestra especie, nos ha jodido... Entramos en debates totalmente prescindibles entre nosotras sobre lo buenas amas de casa que somos o lo buenas o malas madres que somos, y esto último es especialmente sangrante, porque aquí, todas somo pediatras, doctoras, criadoras de veinte niños, listas calistas, madres con tres o cuatro tetas, madronas que te cagas, y toda la variedad de gentuza insufrible habida y por haber. Somos las mejores, y la vecina no, está claro, ella es una tía que tiene la casa asquerosa, los críos super mal educados, y encima, al marido le huele el sobaco, para desgracia del mundo entero.
Nos están dividiendo, cada día más, nos están inoculando el machismo a las mujeres con jeringas por las noches, y no nos estamos dando cuenta. LLamadme gilipollas, pero hace tiempo que yo decidí no compararme con ninguna otra porque yo soy única y las demás también, que decidí dar una oportunidad a toda mujer a la que conozca, porque para eso es de mi especie, qué coño, que decidí no escuchar a ninguna que me juzgue o que se meta en mi vida o a oler mi casa porque si tengo mierda repartida por el pasillo y al crío descalzo no es asunto suyo, que decidí ser compasiva con todas e intentar entender lo difícil que es tener una vagina entre las piernas en este mundo de machos con olor a colonia de gasolinera, que decidí que ninguna, repito, NINGUNA mujer, me va a decir a mí como debo vestir, peinarme, tener mi casa, o como cagar, si de pie o sentada, y que decidí que "zorra", "puta", y "ramera", son insultos muy fáciles que en la mayoría de los casos sobran y además no se ajustan a la realidad del problema.
Yo opto porque las mujeres nos unamos, respetemos, entendamos, compartamos nuestras inquietudes mientras nos ponemos una compresa las unas a las otras, y hagamos un aquelarre de esos antiguos, de los que les jodían mucho a los obispos y demás especies mutantes de la naturaleza.
Arriba, mujeres!!
Holiiiii!!! venimos a que nos digas a todas que no podemos llevar minifalda aquí, majete...