El amor crea en la mujer, una mujer nueva;
la de la víspera ya no existe al día siguiente.
Balzac
Cabiria (Giulietta Masina) es una prostituta que cree en el amor y qu
e una mujer puede hacer realidad sus sueños. El principal sueño de ella es salir de esa vida y encontrar el verdadero amor. Las otras prostitutas la miran como una especie rara, ellas ya están curadas de tener sueño alguno y del amor … mejor ni hablar.
Ella es de estatura baja, media regordeta, achoradaza, le gusta bailar el mambo, presume siempre de que tiene su casa propia (aunque esta sea sólo un cuarto), presume también de que un actor de moda (Alberto Lazzari) le invito un día a su casa y finalmente piensa que si tuviera un coche gris los hombres la perseguirían.
El problema con Cabiria es que es muy sincera, algunos hombres se aprovechan de ello.
Fingen que la aman y luego le roban todo su dinero. Cabiria siempre cae con el floro barato de muchos hombres malos, ella nunca pregunta sobre su vida a estos hombres y cae como pescadito en las redes de ellos. Su amiga Wanda (Franca Marzi) es la única que siempre le hace reflexionar respecto a que es una ilusa, una tonta. Cabiria siempre que termina una relación, donde obviamente se han aprovechado de ella, se recrimina a ella misma porque le pasan esas cosas si ella sólo da amor, comparte. Llega un momento, luego de que el último le robara 40000 liras que ella decide que ¡Nunca más! van a abusar de sus sentimientos.
Un día Cabiria pide un milagro a la virgencita para que le ayude a cambiar de vida. Sin embargo pasan los días y todo sigue igual. Cabiria dice que no le han escuchado sus peticiones, se encuentra encabronada. Quiere mandarlo todo a la porra. Sin embargo, un día caminando por la calle observa un auditorio, el Lux, donde hay un espectáculo de magia. Se le ocurre entrar.
Todo lo que viene luego en la película es la más grande prueba
de resistencia que le da la vida a Cabiria: Ser capaz de dar amor, recibir sufrimiento, salir viva y seguir apostando por el amor.
“Las noches de Cabiria” es un clásico del cine italiano, así como “El ladrón de bicicletas” o “La vida es bella”, son películas que llevan un marcado énfasis en el drama humano, son retratos desgarradores de la maldad de algunos seres humanos en la tierra pero a la vez son películas que muestran que actitud y fe son las palabras claves para seguir luchando en la vida.
