Revista Coaching

Las nueve formas de comunicarse

Por Conócete Y Quiérete

En el post anterior (ir) os hablábamos de cómo cada uno de nosotros tenemos nuestra propia forma de comunicarnos con los demás, y os planteábamos un pequeño test para que pudieseis averiguar cuál es el vuestro.

En dicho test veíamos que hay nueve formas básicas, nueve estilos

Así es cada uno de ellos:

EL TRADICIONAL

Da mucha importancia a las normas sociales y del buen gusto. Sabe mantenerse neutral cuando una conversación sube de tono, no pierde los papeles ni se desahoga o muestra sus emociones. En todo momento prefiere mantener la compostura y la corrección.

EL RUTINARIO

Como el tradicional, se mueve dentro del mundo de los buenos modales, de lo “políticamente correcto” pero de vez en cuando deja escapar de forma controlada alguna expresión menos “elegante” como para dar a entender que no es tan tradicional. Un ejemplo: “¿te importaría darme eso… de una maldita vez?”

EL RACIONAL

Considera que la comunicación es parte del arte de persuadir. Le gusta articular su discurso, explicarse bien, que quede todo claro. Ir al fondo de la cuestión, sin decir más ni menos de lo necesario para hacerse entender y convencer.
Las nueve formas de comunicarse

EL ANSIOSO



Como el racional, busca hacerse entender pero preocupándose demasiado por lograrlo, por convencer, por conseguir el aprecio de sus interlocutores. 
Esto le lleva a articular mal su discurso, a utilizar excusas, interrogantes, correcciones que revelan su inseguridad.


EL DEPRESIVO

Habla poco y en voz baja, como con miedo. A menudo se desentiende de la conversación porque la mayoría de los temas no le interesan, no se siente motivado a participar en el debate. Otras veces ha de contenerse para no estallar, para no dar rienda suelta a una agresividad contenida o porque cree que va a aburrir a los demás con sus propios problemas.

EL REPRIMIDO

En todo momento trata de controlarse, de ser lo menos expresivo posible para que los demás no adivinen sus sentimientos ocultos e inconfesables. También trata de disculparse cuando se tocan temas más personales, temiendo invadir la intimidad del otro de la misma manera que no quiere que invadan la suya.
EL SUSPICAZ
Los prejuicios dominan su forma de comunicarse. Escucha a medias porque en silencio examina a sus interlocutores tratando de adivinar cómo son, lo que pretenden. Desconfía de todos. Le gusta afirmar aquello de “piensa mal y acertarás” o “hoy en día ya no hay valores”. 

EL EGOCÉNTRICO

Le encanta escucharse a sí mismo, ser el centro de la conversación. Dar la última palabra. Suele hablar en primera persona, comenzar las frases con un “Yo… “ o un “A mí…” Le gusta hablar de su propia forma de ser, contar sucesos y anécdotas que le han ocurrido, acaparando el tiempo de conversación a riesgo de convertir el diálogo en un monólogo.

EL ESPONTÁNEO


Se comunica de forma libre, fluida y natural. Sus pensamientos llegan a los demás sin complejos, sin miedo, sin intenciones egoístas. Muestra su interés por lo que los demás pueden decir y respeta sus turnos y sus opiniones, aunque a veces corre el riesgo de parecer demasiado franco.


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