(AE)
A veces me parece como si la tribuna de este blog fuera la sección de causas perdidas. Ya ni me acuerdo cuántas veces mi colega de blog y yo hemos tenido que comenzar una entrada diciendo algo así como “esto no lo encontrarán en ningún medio de comunicación de nuestro país” y creo que casi nunca que hemos dicho esto nos ha faltado la razón. Hay situaciones, circunstancias y conflictos que simplemente “no venden” porque quizás Al-Qaida no está involucrada, porque los actores no tienen ramificaciones internacionales (como es el caso en Siria), porque no hay presentes medios gráficos de envergadura o simplemente porque nos pilla muy lejos...
Desde esta tribuna dedicada a África y sus desafíos, hoy volvemos a la carga para poner el dedo sobre otra llaga sangrante de este continente, una terrible situación que clama al cielo posiblemente porque apenas hay una cámara grabando, porque no hay ni hay un titular digno de ese nombre. Se trata del Sudán, de algunas regiones del país limítrofes con la nueva república del Sur Sudán que desde hace varios meses se ven sometidas a una intensa campaña militar de acoso y derribo donde se han visto afectados miles de civiles.
Especialmente en la zona de las montañas Nuba, donde la población tradicionalmente ha luchado la causa de la independencia del Sur y cuyos jóvenes han engrosado durante muchos años las filas del ejército rebelde del SPLA, ahora se ven bajo una inmensa presión militar porque el gobierno islamista los ve como el posible germen de una nueva rebelión contra el régimen de Jartúm. Aparte de esta región, también la zona del Nilo Azul se está viendo afectada por operaciones militares y bombardeos indiscriminados. Toda una tragedia de la que nadie habla.
Durante los últimos meses, se han sucedido bombardeos y ataques indiscriminados contra la población civil. El título del reciente informe que ha publicado Amnistía Internacional acerca de la situación en una de estas regiones lo dice todo: “No había tiempo para enterrarlos a todos”. Una vez más, el régimen de Jartúm nos hace alarde de una sus mayores habilidades: la de marear a la comunidad internacional para poder dar una imagen inmaculada de sus acciones y por detrás cometer terribles crímenes contra la población civil. En Darfur han tenido tiempo más que suficiente para refinar este arte. Los informes de las diferentes organizaciones – con evidencias tan irrefutables como fotos de satélite que documentan la política de tierra quemada y el impacto humano de la misma – se acumulan, pero la ignorancia acerca de lo que pasa en esas zonas continúa porque la cortina de humo sigue siendo efectiva.
Ciertamente, el conflicto sudanés no tiene los alicientes ni la proyección internacional de Siria, donde hay serias implicaciones de grupos o facciones internacionales tales como Hizbullah u otros grupos. Pero eso no quita para que, siendo una tragedia de inmensas dimensiones, quede relegada al olvido mediático. El mundo debe saber lo que está pasando y esta entrada es simplemente un humilde recordatorio de que el sufrimiento no tiene colores ni clases. En nuestro mundo globalizado de hoy, también el desgarrador grito de tantos sudaneses inocentes debe ser escuchado.