¿El peso de las palabras?
Buen susto me llevé, igual que don Fernando Lázaro Carreter en su "dardo en la palabra", en la final de la Liga de Campeones de fútbol, cuando el relator deportivo se empeñó en radiar que "...pese al buen juego de los dos equipos, el marcador sigue inalterable".Por un momento pareció que el resultado, a pesar delesfuerzo de los contendientes, ya estaba decidido, todo ello cuando uno de los equipos ya había anotado un gol y había alterado el resultado inicial. En este caso se produce una utilización precipitada de la palabra inalterable, cuyo significado según la RAE es: “Que no se altera o no se puede alterar”. En ese mismo partido, el comentarista se quejaba de la pasividad de los defensores ante la arremetida del rival diciendo que se empleaban excesivamente expeditivos. Quizá no lo supiera él, pero el uso habitual del adjetivo expeditivo, aunque poco oportuno para el fútbol, es justamente lo contrario a lo que deseaba decir.¿Cuántas veces nos hemos encontrado con palabras utilizadas fuera de lugar? O peor aún, ¿cuántas personas acuden a palabras llamativas continuamente sin saber siquiera si están bien empleadas?
Así fue como en una reunión escuché en estos días a alguien mentar la excelencia de una distinción, aduciendo que ellos siempre otorgaban premios exquisitos. No se hizo esperar las risas de quienes estaban allí escuchando de forma distendida, sorprendidos del desliz, pues argumentaban que exquisito expresaba la cualidad de un manjar. Nada más lejos de la verdad. Una vez más acudimos a la RAE, especialmente para devolverle su orgullo a nuestro orador, para descubrir que la definición es: “De singular y extraordinaria calidad, primor o gusto en su especie”.
Por otro lado, a cualquiera le embarga la incertidumbre cuando lee los titulares de los periódicos. Uno de ellos, de un medio de tirada nacional, hablaba este fin de semana de: "una curtida trama de violencia en Barcelona". Nada más leerlo acudí al diccionario y debo decir que, aún así, no logré desentrañar el titular. Aún admitiendo que curtidaviene de experimentada, la trama carece de experiencias, y su acepción es: "Artificio, dolo, confabulación con que se perjudica a alguien", pero sin olvidar que la originan o la sostienen las personas, pues son éstas las que tienen experiencia.
Hablar o escribir correctamente debe ser la obligación de todos, y más especialmente, si cabe,de las personas públicas que, por la salud lingüística de sus seguidores, no deberían confundir vergonzoso con vergonzante. Este adjetivo es muy utilizado para definir a los adversarios que mienten a los votantes o para defender un hecho políticamente reprobable. Por desgracia, quienes se agarran a esa palabra olvidan que aquello a lo que se refieren es más vergonzoso que vergonzante, ya que esta última significa sentir vergüenza y no algo que la causa.
No es cuestión de perseguir a nadie, menos a los medios, pero considerando la influencia de las palabras en el día a día de las personas, todos deberíamos mirar mejor lo que decimos o mostramos. En una noticia que se repite tres o cuatro veces al día no se puede persistir en el mismo descuido diciendo que "los ahogados en el naufragio recibieron el alta horas después”. Se entiende que nadie está libre del error, pero repetirlo varias veces al día sin corregirlo puede llevar a empobrecer el lenguaje del consumidor de los errores.
Si conoces alguna palabra mal utilizada o si lo has visto o escuchado en algún medio, por favor, envíamela con tu cometario aquí y cada semana iremos hablando de ellas.
imagen: morguefile.com
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