Revista Cultura y Ocio

Las penas nadan, Guatemala e impunidad

Por Lparmino @lparmino

Todas las estadísticas referentes a Guatemala apuntan a un dato especialmente preocupante.

Las penas nadan. Guatemala e impunidad

Protestas contra el ex - dictador Rios Montt en 2006
Autor: Firetreo - Fuente

Es uno de los países más peligrosos de todo el continente americano. Su índice de criminalidad supera con creces el de Estados Unidos. En la región, sólo Honduras o El Salvador se acercan tímidamente a las cifras guatemaltecas. Sin embargo, junto al factor relativo a la violencia imperante en la sociedad de Guatemala, hay que hacer especial hincapié en el clima de impunidad que rige en el país. Las autoridades judiciales, mucho menos las políticas, se ven incapaces para articular los mecanismos necesarios para atajar la escalada violenta que azota el país desde los años cincuenta. Quizás su historia reciente historia, con una de las guerras civiles más largas que ha vivido toda la región latinoamericana, pueda poner las bases que explican, al menos en parte, la normalización de la violencia como un proceso social básico en la actual Guatemala.
  El clima político y social de Guatemala se enturbia por la cercanía todavía palpable de la

Las penas nadan. Guatemala e impunidad

Cuerpos de dos sospechosos de
pertenecer a la guerrilla
Fotografía: Jean Marie Simon - Fuente

guerra civil que asoló el país durante más de treinta años. El país se debate de forma constante entre dos corrientes. El 11 de mayo de 2012 el general Ríos Montt era condenado a un total de 80 años de cárcel. A los pocos días, el 21 de mayo, la Corte de Constitucionalidad ha decidido anular la condena al ex – dictador. El juicio deberá repetirse. En la decisión de la Corte, los propios magistrados no hicieron más que representar la división de un país fuertemente polarizado. Entre los que consideran la oportunidad del juicio y la necesidad de hacer un profundo ejercicio de revisión histórica del pasado reciente del país y quienes confían en dar carpetazo a una larga guerra, olvidando los crímenes y apelando a un futuro de un país todavía débil y de una estabilidad social excesivamente precaria.
Otro proceso judicial en torno a la masacre en la aldea de Dos Erres, una de las seiscientas documentadas a lo largo de la guerra civil, evidencia el clima de un país dividido y temeroso ante el futuro. Durante el relato ofrecido por Ana Arana y Sebastián Rollena (Masacre, memoria y justicia en Guatemala) del laberinto judicial que pretende esclarecer lo sucedido en la pequeña aldea, uno de los implicados afirmaba referente a su situación personal: “Pensé que podría ahogar mis penas, pero no se puede… Las Penas nadan”.
Desde los años cincuenta se suceden en el poder guatemalteco diferentes gobiernos militares nacidos al amparo de continuados golpes de estado que derrocaban e imponían de forma alterna a militares de diferente rango. Uno de los últimos, el general Ríos Montt, se hizo con el poder entre marzo de 1982 y agosto de 1983. Meses que todos los analistas coinciden en caracterizar como los más sangrientos de la guerra civil que asoló Guatemala hasta la firma del Acuerdo sobre el definitivo cese al Fuego firmados en Oslo (Noruega) el 4 de diciembre de 1996.
La antigua guerra civil de Guatemala (1960 – 1996) sólo puede entenderse en el contexto

Las penas nadan. Guatemala e impunidad

Exhumación de una fosa común
(Comalapa, Chimaltenango)
Fotografía: USAID - Fuente

más amplio de una Guerra Fría que enfrentaba a dos superpotencias por los supuestos ideales del bien y del mal abordados desde perspectivas enfrentadas. Las autoridades de los EE.UU. actuaban bajo una lógica sencilla y cruel: todo régimen que apelase a valores como igualdad, progresismo, derechos humanos, reparto equitativo de los recursos… era acusado de estar bajo la órbita del comunismo internacional liderado por la antigua Unión Soviética. Si se preveía el giro de un régimen hacia el comunismo, los agentes norteamericanos orquestaban todas las actuaciones precisas para revertir ese proceso y mantener un status quo favorable a los intereses geopolíticos y económicos occidentales. En un reciente artículo de John Carlin publicado en El País (11 de mayo de 2013), el autor recordaba una entrevista que había realizado a Ríos Montt hace años. En ella, el dictador aludía una y otra vez a “papá” y a “mamá”. El primero era Estados Unidos; el segundo, la Unión Soviética; y al antojo de las decisiones de los dos grandes, el general interpretaba y ejecutaba sus caprichos en Guatemala.
La guerra, que enfrentó a las fuerzas gubernamentales contra la guerrilla de la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG), se convirtió en uno de los conflictos más prolongados y cruentos de todos los que azotaron a la región centroamericana. Se estima que el resultado final alcanzó las 200.000 víctimas, de las cuales, según las Naciones Unidos, el 93% podría atribuirse a la acción de las tropas gubernamentales y los paramilitares durante sus operaciones de contrainsurgencia. Entre los represaliados, de nuevo la ONU no duda en calificar de genocidio las represalias tomadas contra la población indígena maya del país (un 40% del total). Es precisamente uno de los cargos que se imputan contra Ríos Montt y por el que se solicita una pena de 50 años que se deberían sumar a otros 30 años más por delitos de lesa humanidad.
Luis Pérez Armiño


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