No sé si es porque hemos llegado a darnos cuenta de que todo este rollo de la evolución social emanada del capitalismo está haciéndonos mella. Porque somos unos quejones (querido Cosme como me acuerdo de tí cuando digo esta palabra) y que todo nos parece una subida eterna, un sinvivir, un dolor en el costado. Y resulta que, en realidad, nada es tan pesado ni tan doloroso. Pero nos parece agigantadamente grande el peso que nos cae encima, y que la existencia es una mierda. Y entonces es cuándo empiezan a aparecer los mensajes positivos, los mr wonderful y todos esos rollos.
A mi, personalmente, me tiene tanta positividad hasta el polo positivo. Y tanto mensaje, o mensajito, ya me repatea hasta las gónadas. Que no, que se dejen de cumplir sueños en tazas rosadas, que se dejen de mensajitos optimistas y todas esas parafernalias (ay Sarita cómo me acuerdo de tí cuando digo esta palabra) y dedíquense a vivir al límite, a echarse un pedo si les apetece y decir "¡qué mal huele, seguro que viene de la calle!", y a dejar lo que no te apetece en el plato y a comerte todo lo que te apetece.
Ni sueños ni hostias, la vida hay que vivirla, y hacerlo sin tazas color rosa. Lo mismo da si el café te lo tomas en una de esas o en un vaso de vino: lo importante no es la vajilla, sino el café.
Carajo!
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