Revista Libros
El concepto de pérdida, tanto de daño como el que atañe a la sensación de privación de lo que es de uno, va íntimamente ligado al ser humano. De ahí que no sea extraño que la Literatura, un gran laboratorio de emociones, se haga eco de los sentimientos, lejos de los oropeles mediáticos que se convierten en titular de un día. Rescato tres títulos, que se encuentran estos días en las casetas de la Feria del Libro de Madrid, y que encaran ese sentimiento. Dos infantiles y una novela.
El más duro es la magnífica novela de Clara Sánchez, Entra en mi vida (Destino). Un viaje al futuro haciendo escala en un pasado cruel, oculto pero intuido, como el que en su fuero interno sabe que hay piezas que no encajan, y después de sortear un presente obstinado en la negación. Leyendo Entra en mi vida una tiene la sensación de ser espectadora de un informativo televisivo. Porque la realidad, literariamente tratada, se hace fuerte en la novela, más que eso, la protagoniza de la forma más palpable.
La novela de Clara Sánchez aborda el drama de los niños robados, eufemísticamente hablando porque estos días se sigue hablando de supuesto delito. Habla de las madres que hasta no hace mucho, nos remontamos a los años 80, acudían al hospital para dar a luz y entraban dos en el paritorio y solo salía una. Una mujer desconsolada ante el fallecimiento de su bebé, al que para evitar males psicológicos posteriores, ni siquiera había visto sin vida. Y cobran importancia las palabras de la autora que parecepredecir lo que ha ocurrido y sigue llenando páginas de periódicosy tiempo en informativos.(Hacer clic para escuchar a la autora)
Una novela espléndida, pautada y cimentada en capítulos/altavoz, los que descubren el alma de los personajes. Y construye así, Clara Sánchez, una estructura que, como el esqueleto de un edificio, alberga una historia sólida con un final que se precipita. Como la vida misma, porque lo importante no es el final sino el viaje hasta ese destino.
Los más pequeños también se sienten identificados con la sensación de pérdida. En Yo quiero mi gorro deJon Klassen (Editorial Milrazones), el tema se aborda desde otra perspectiva no exenta de sentido del humor. Apenas hay diálogos siguiendo el más claro ejemplo de álbum ilustrado por lo que la percepción visual del lector juega un papel muy importante. Planteado casi como un acertijo para el niño, las últimas páginas también despertarán la sonrisa del adulto con la historia de un oso que ha perdido su gorro y quiere recuperarlo. ¡Atentos al color rojo!
Y de pérdida también habla uno de los clásicos de la literatura infantil: Rapuncel, de los hermanos Grimm, sobre el que ha trabajado Iratxe López de Munáin para la editorial OQO. Los rapuncios, la hortaliza de la que toma el nombre la protagonista, aparecen en este álbum como un símbolo que viene a representar el paso de la niñez a la madurez, el miedo de los padres a perder a la niña que termina convirtiéndose en mujer y la fuerza de la madurez para encarar la vida dejando atrás la dependencia paterna.
De ilustraciones limpias, la autora pone el foco en el color, usando lápices y gouache. “Una técnica con la que me siento muy cómoda y que me ha ayudado a trabajar con imágenes de ambientes sencillos, vacíos y atmosféricos donde los personajes y situaciones se llevan toda la atención”, asegura Iratxe López de Munáin.