Entre 1780 y 1790 se produjo en algunas regiones de Inglaterra –como el caso de Manchester-, un aceleramiento del crecimiento económico. Este proceso, que daría en llamarse «Revolución Industrial», no implicaba solo cambios cuantitativos en torno a la producción sino también cualitativos en el sentido en que se realizaban en el marco de una economía capitalista.
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Por un lado se “liberaba” a la mano de obra al destruir las formas de autoabastecimiento de la economía campesina, por lo cual los sectores despojados debían emplearse como asalariados a fin de obtener ingresos monetarios que le permitieran adquirir bienes de consumo en el mercado. Por otro lado el mercado interno y las reformas en la agricultura (cercamiento, arrendamientos, producción de materias primas) incentivaron la creación de industrias a lo largo de las islas británicas.
Las Personas con Discapacidad en los comienzos de la sociedad industrial
El advenimiento de una economía capitalista basada en la producción industrial llevó a una división técnica del trabajo en la cual los propietarios de los medios de producción –la burguesía- procuraron contratar solo a quienes consideraban capaces de realizar tareas repetitivas durante largas horas de trabajo –jornadas que podían llegar a ser de 14 a 18 horas- en condiciones francamente inhumanas.
Esta situación se mantendría a lo largo de todo el siglo XIX en la mayoría de los países industrializados. La introducción de maquinaria, lejos de mejorar la situación de la clase obrera, mantuvo y acentuó la jornada laboral extenuante y los salarios miserables[i].
Al respecto cabe citar a Friederick Engels que en su obra La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845), señalaba que
“¡He aquí, pues una buena lista de enfermedades, debidas únicamente a la odiosa codicia de la burguesía!. Mujeres incapacitadas para la procreación, niños lisiados, hombres debilitados, miembros aplastados, generaciones enteras estropeadas; condenadas a la debilidad y la tisis, y todo ello, ¡únicamente para llenar la bolsa de la burguesía!”.
La industria capitalista dejaba un gran número de personas con discapacidad, como se puede apreciar en otro fragmento:
“En Manchester, se puede ver, aparte de numerosos lisiados, un gran número de mutilados; uno ha perdido todo el brazo o el antebrazo, otro un pie, aun otro la mitad de la pierna; tal parece que se halla uno en medio de un ejército que regresa de una campaña”[ii].
Fue en este contexto que se empezó a utilizar el concepto de «Discapacidad» entendida como la incapacidad para ser explotado con el objeto de generar ganancia para la clase capitalista. Las personas consideradas «discapacitadas» junto con los pobres en general, comenzaron a ser vistas como un problema social y educativo, y progresivamente segregadas en instituciones de todo tipo, tales como los “hospitales generales” franceses, los workhouses (hogares para pobres donde se los obligaba a trabajar), asilos (como el que se creó en Montpellier), colonias, escuelas especiales (en 1881 aparece la primera escuela pública para personas con discapacidad mental en Leipzig, y para 1863 había 22 escuelas para sordos en los Estados Unidos) o la cárcel (a través de la represión utilizando leyes de vagancia y mendicidad).
El desarrollo de estas instituciones, tal como las concibieron Foucault o Althusser, adquirió mayor sentido con el surgimiento del sistema capitalista, combinándose el control físico del cuerpo con el control de las mentalidades. Las instituciones de encierro no tenían como objetivo sacar de circulación a estas personas sino “normalizarlas” para que encajaran en la sociedad. Aunque no se recluyó a todas las personas con discapacidad, la existencia de estas instituciones marcó su destino en el imaginario colectivo.
En El Capital (1859), una de las obras más importantes para entender el surgimiento y desarrollo de la economía capitalista, Karl Marx señala que la burguesía dispone de la creación de una sobrepoblación relativa o «ejército industrial de reserva» creada a partir de
“la condena de una parte de la clase obrera al ocio forzoso mediante el exceso de trabajo impuesto a la otra parte y viceversa, se convierte en un medio de enriquecimiento del capitalista singular”[iii].
El capitalismo requiere de ella para mantener a la baja los salarios de la población ocupada.
Las personas con discapacidad quedan imposibilitadas de ingresar al Ejército Activo, debido a su exclusión del sistema de producción. Además el sistema, al generar la separación del hogar y el trabajo, y como consecuencia del debilitamiento de la producción artesanal y el trabajo agrícola (en donde las personas con discapacidad aportaba a la economía familiar), deja a estas personas sin posibilidad de subsistencia. Formaban parte, de manera permanente, del Ejército de Reserva.
Por otro lado a lo largo del siglo XIX se dieron algunos avances en la educación de personas con discapacidad. En Francia se inventó el Sistema Braile, que permite leer con las manos a las personas ciegas. En Argentina se crearon escuelas y un Instituto para personas sordas e hipoacúsicas.
En el Imperio Alemán el canciller conservador Otto von Bismarck implementó una serie de reformas tendiente a mejorar la situación de la clase obrera para contrarrestar la influencia que tenía en ella la socialdemocracia. Las leyes de Seguro de Enfermedad (1883), de Accidentes de Trabajo (1884) y de Vejez e Invalidez (1889), que se incluyeron en el primer Código de Seguridad Social de 1911, aliviaron la situación de miles de personas.
Pero hay que aclarar que si bien se produjeron algunos pequeños avances en la educación y protección social de las personas con discapacidad, por lo general la situación de este sector de la población empeoró con el surgimiento de la economía capitalista al desarticularse los mecanismos de solidaridad de las sociedades campesinas precapitalistas y los modos de producción artesanal que se llevaban a cabo en el hogar. A lo que hay que sumar la multiplicación de casos de obreros que quedaban en situación de discapacidad por la brutal explotación a la que eran sometidos.
Autor: Lic. Luciano Andrés Valencia, Escritor e historiador para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
El presente artículo es un fragmento de un trabajo de mayor extensión titulado: Breve Historia de las Personas con Discapacidad: de la opresión a la lucha por sus derechos, que se puede descargar en: https://resumen.cl/articulos/breve-historia-las-personas-discapacidad.
[i] Godio, Julio; Los orígenes del movimiento obrero, Buenos Aires, CEAL, 1971, p. 10.
[ii] Engels, Friedriks; La situación de la clase obrera en Inglaterra, edición original de 1845, en: http://www.marxismoeducar.cl/me-01a.htm, 2001.
[iii] Marx, Karl; El Capital: crítica de la economía política, cap. XXIII, en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/23.htm.
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