Revista Coaching

Las piedras del camino

Por Candreu
Las piedras del camino
El siempre llevó la camiseta de la compañía para la que trabajaba. Le dedicó 10 años de su vida profesional en cuerpo y alma. Para muchos de nosotros él era uno de los iconos de aquella organización. Jovial, despierto, inquieto y con ganas. Muchas ganas. Y con excelentes resultados. Excelentes. Sin embargo, hace pocas semanas la compañía decidía amortizar su puesto. Todas aquellas horas entregadas ahora se esfumaban con un "las cosas son así". Gracias a Dios, él ya ha superado el golpe. Su familia y sus amigos le han arropado lo suficiente y no me cabe duda que pronto estará liderando un nuevo proyecto profesional que llenará de éxitos. Seguro. Sin embargo, estas semanas de "travesía del desierto" hasta aceptar la situación le han resultado terriblemente duras. Y es que es complejo entender por qué ocurren estas cosas.
Hace muchos años un rey colocó una roca obstaculizando un camino y se sentó escondido entre los arbustos a ver si alguien la quitaba. Algunos de los ciudadanos más ricos del reino pasaron por allí y simplemente rodearon la roca. Otros culparon a gritos al rey y a sus gobernantes por no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para sacar la piedra del camino.
Pasó por allí un agricultor empujando una carretilla llena de frutas y verduras recién recogidas en su pequeño huerto. Al llegar a la piedra se detuvo. Dejó la carretilla en el suelo y se dispuso a empujar la gran roca a la orilla del camino. Empujó y empujó hasta que fatigado y sudoroso dejó caer la piedra por el terraplén. Al volver a coger su carretilla le pareció ver algo enterrado donde antes había estado la piedra. Parecía una bolsa. Escarbó con las manos y allí asomando había una bolsa de tela llena de monedas de oro y una nota que decía: "Este oro es para la persona que remueva la piedra del camino. Firmado, el Rey"
Y es que cuando la vida nos pone en el camino, una roca, una dificultad, una contrariedad... muchas veces dedicamos nuestro tiempo a maldecir nuestra suerte, y a quejarnos y lamentarnos inútilmente por nuestro destino.
Sin embargo debemos ser como el agricultor que comprendió que cada obstáculo del camino puede ser una oportunidad para mejorar cada uno por dentro. Nuestro destino en la vida es luchar y luchar hasta el final tratando de ser mejores de cara a los demás en cada curva del camino. Y así, algún día recibiremos el premio a nuestro tesón y esperanza.

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