El asalto al Capitolio de Estados Unidos el pasado 6 de enero probó que las conspiraciones y narrativas falsas difundidas en internet pueden tener graves consecuencias fuera de lo virtual. Su promoción en redes como Twitter o Facebook también demostró que las regulaciones implementadas por las plataformas habían sido ineficaces. En esta ocasión, ante la trascendencia del suceso, varias redes sociales, tiendas online, servidores web, plataformas de pago y servicios de mensajería suspendieron en distinta medida a Donald Trump y sus seguidores.
Además del debate sobre su acierto u oportunismo, estas medidas suscitan interrogantes, como su repercusión en la influencia del expresidente y en el contenido extremo de sus simpatizantes. Otro, si marcarán la actuación de las plataformas, que hasta ahora habían sido más comedidas. Además, la intervención de estas compañías, que algunos consideran censura, genera discordia en torno a la regulación del contenido: no hay consenso sobre quién debería ser el árbitro y bajo qué criterio.
Trump, silenciado
Twitter decidió suspender la cuenta personal de Trump dos días después del asalto, alegando que sus últimos tuits violaban su pol...
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